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Texto para memorizar: Apocalipsis 1:9
“Yo Juan, vuestro hermano,
y copartícipe vuestro en la tribulación,
en el reino y en la paciencia de Jesucristo,
estaba en la isla llamada Patmos,
por causa de la palabra de Dios
y el testimonio de Jesucristo.”
Introducción: Apocalipsis 1:9-20
Pensemos en las dos palabras que usa el apóstol Juan para describirse a sí mismo:
a) Hermano. La razón es porque había nacido de nuevo y ahora pertenecía a la familia de Dios. Esta es una acción enteramente de Dios y es por gracia.
b) Copartícipe. Decía esto porque se había identificado con Jesucristo en sus tribulaciones, en su reino y en su paciencia, es decir, en cómo soportaba esas tribulaciones y esperaba en Dios para que se hiciera justicia. Esta es una acción que dependía básicamente del apóstol y de aquellos que recibían la carta.
¿Puedes usar tú estas dos palabras? ¿Ya eres hijo de Dios? ¿Ya te has identificado con Jesucristo y con tus hermanos?
También notemos que dijo que estaba en Patmos por causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo. El apóstol Juan tenía una causa, es decir una razón por la cual vivir, y no la dejó aunque le significó estar preso en una isla lejos de los suyos. ¿Cuál es tu causa? ¿Tienes alguien por quien estás dispuesto a dar tu vida?
Hay muchas causas, unas son buenas y nobles, pero sólo una vale la pena: Jesucristo.
Lección: JESUCRISTO EL ETERNO
El Señor Jesús dijo: “Yo soy...” (Ap. 1:8,11,17) y en cada título que se dio, resalta la idea de eternidad, es decir abarca:
1. Todo lo que se dice: “El Alfa y la ____________________________________________________________________
2. Todo lo que se es: “El que es y que __________________________________________________________________
3. Todo lo que se hace: “Principio y ____________________________________________________________________
4. Todo lo que se ve: “El primero y el ___________________________________________________________________
5. Por esto es: “El Todopoderoso”.
Anota cómo vio el apóstol Juan “a uno semejante al Hijo del Hombre” (1:13-16).
Cabeza y cabellos: __________________________________________________________________________________
Ojos: _____________________________________________________________________________________________
Pies: _____________________________________________________________________________________________
Voz: _____________________________________________________________________________________________
Diestra: ___________________________________________________________________________________________
Boca: _____________________________________________________________________________________________
Rostro: ____________________________________________________________________________________________
Pensamiento: “Muerto a sus pies”
Así cayó el apóstol Juan cuando vio a Jesucristo en
todo su esplendor (1:17). Así debemos caer nosotros cuando comprendamos las
verdades de cada detalle que observemos al ver, andando entre los siete
candeleros, “a uno semejante al Hijo del Hombre” (1:13).
Un muerto ya no habla, ya no se mueve, ya no ve y ya no es. Debemos vernos así,
pues sólo entonces Jesucristo podrá ser todo en nosotros.
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