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“Vé a la hormiga… Prepara en el verano su comida, |
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» Verano |
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EL sabio Salomón, quien escribió este proverbio, compara la época de la adolescencia y la juventud con los meses del verano, meses en que la hormiga se prepara para el invierno cuando ya no encontrará comida. El aconsejo del sabio para el adolescente y el joven es que no dejen pasar estos años tan valiosos cuando todo comienza a florecer y dar fruto y se inicia a almacenar para el mañana: conocimientos, experiencias y bienes. Sin embargo, su consejo termina con palabras aún más sabias: el invierno dirá si lo que recogió en verano fue útil, y advierte: ¡Ya será tarde para modificar lo hecho! | |
La adolescencia y la juventud son vistas, con toda razón, como lo más valioso de la vida: “La época de oro”. Pero también son años donde se experimentan cambios complejos y hermosos cuyos cuidados, sean certeros o erróneos, se reflejarán en los años postreros. La adolescencia es definida como un período de transición entre la niñez y la edad adulta. En esta época brotan en el alma y en el cuerpo, es decir, en lo emotivo y en lo físico, muchas cosas nuevas que el que está dejando de ser niño necesitará entender y controlar. Por esto la comparamos con los primeros días del verano, cuando el trigo y otras gramíneas comienzan a crecer y necesitan de los cuidados de un experto para que produzcan una cosecha abundante. ¡Hay plagas que combatir y maleza que eliminar! La juventud, que es la otra mitad de esta época de transición, es cuando estos cambios maduran y quedan listos para ser utilizados en los años posteriores. Es como el grano de trigo, que madura a fines de verano, y se cosecha para almacenarse en los graneros y ser utilizado durante el otoño e invierno. Pero, ¡qué triste es cuando lo que se cosecha, en vez de trigo, es cizaña! |
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En la juventud, hay fortaleza y optimismo, todas las facultades están en estado de alerta y se pueden alcanzar muchas metas. El sabio Salomón, de quien ya citamos un consejo, dijo en otro de sus escritos: Es don de Dios que todo hombre coma y beba, y goce el bien de toda su labor. Lo bueno es comer y beber, y gozar uno del bien de todo su trabajo con que se fatiga debajo del sol porque esta es su parte (Eclesiastés 3:13; 5:18). Aquí hay dos verdades, una que expresa con claridad y otra que comentará al final de su libro. La vida es corta, y los días pasan sin jamás volver. Si se llenan de enojo y frustración; si en ellos hay tensiones y desesperación; es decir, si no se busca gozarlos, no se ha entendido la intención de Dios al permitirnos andar por nuestros caminos. El hombre sabe esto por instinto; por eso gasta sus días buscando la felicidad; lo triste es que, cuando no se halla, muchos renuncian en su búsqueda, y se suicidan; y en estos días, ¡cuánto joven toma este camino! Fue pensando en aquellos que proponen haberse gozado en su juventud y llenado sus días de felicidad que el Señor contó la siguiente parábola: La heredad de un hombre rico había producido mucho. Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos? Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios (Lucas 12:16-21). La parábola fue precedida por esta advertencia: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee (Lucas 12:15). Esto nos lleva nuevamente al símil de la hormiga. Ella trabaja en forma incesante durante el verano, pero lo hace sabiamente, pues todo lo que almacena será de utilidad para el invierno. También, su instinto le dice que día que no trabaje, es día perdido y esto significa recursos no almacenados para el mañana. Por esto el sabio Salomón hizo esta aclaración: Alégrate, joven, en tu juventud, y tome placer tu corazón en los días de tu adolescencia; y anda en los caminos de tu corazón y en la vista de tus ojos; pero sabe, que sobre todas estas cosas te juzgará Dios (Eclesiastés 11:9). Esta verdad la entiende la hormiga, pues sabe que el invierno será su juez y le dirá si lo que almacenó será de sustento y que no dejó pasar el tiempo en vano. |
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Usted, estimado lector, joven de corazón o joven de verdad, ¿cómo está utilizando estos días hermosos de su existencia, esta época de oro y de prosperidad? Una verdad es clara, lo dijo ya un poeta: la juventud pasa para jamás volver; además, son sólo unos años de los muchos que tal vez vivamos. Hoy, tiene lucidez mental. Añada a su forma de pensar la aseveración del sabio de la antigüedad: Pero sabe, que sobre todas estas cosas te juzgará Dios. De Dios hemos recibido la capacidad de discernir entre el bien y el mal; de valorar entre lo temporal y lo eterno, y de medir las consecuencias de cada acción. No piense que seremos absueltos si hemos errado en nuestras decisiones y nos dedicamos a placeres en vez de haber dado tiempo a desarrollar nuestras habilidades como seres racionales.
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La Biblia habla de un joven que dejó pasar su oportunidad y cuando quiso enmendar su decisión, ¡ya fue tarde! Nos referimos a Esaú que prefirió satisfacer sus necesidades corporales inmediatas en vez de gozar la bendición eterna de Dios, decisión común cuando se es joven y lleno de vida. El comentario que leemos de este caso en la Biblia es el siguiente: Ya sabéis que aun después, deseando heredar la bendición, fue desechado, y no hubo oportunidad para el arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas (Hebreos 12:17). El hoy, es lo único seguro que tiene en sus manos. No sabe qué traerá el mañana. Usted puede dejar pasar este día, pero será dejar pasar una oportunidad para almacenar algo que será de provecho para la eternidad. El libro que hemos estado citando termina con esta advertencia: Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento (Eclesiastés 12:1). Su Creador le ha dado, entre muchas otras bendiciones, la capacidad de elegir. Puede seguir su camino buscando el gozo pasajero, o puede pensar en la necesidad de su alma y buscar en Cristo las bendiciones eternas. Dios no puede ser culpado de una decisión mal tomada. En este punto la Biblia es clara: El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él (Juan 3:36). Prepárese hoy para el mañana. |
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