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OTOÑO--SEMBRADOR 752, Año 111, 1 de Julio de 2005

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almacenar

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» Tiempo que
nunca vuelve

» Tiempo que
debe aprovechar

“Y serán llenos tus graneros con abundancia,
y tus lagares rebosarán de mosto” (Proverbios 3:10).

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Biblicos

ESTA promesa es hecha por Dios a todo aquel que le honra con sus bienes y le da las primicias de sus frutos; es decir, es para aquellos que, al organizar su vida, ponen a Dios primero, piensan en él y le entregan, gustosos, todo lo que les pide; es para quienes reconocen que Dios es el dador de toda buena dádiva y que, al compartir sus bienes con sus prójimos, lo hacen como si se lo dieran a Dios. Éstos tienen la promesa de Dios de que gozarán, en el otoño de su vida, la hermosura de su presencia y la seguridad de que él suplirá, con abundancia, sus necesidades. Son también los que guardan recuerdos gratos de su ayer durante el ocaso de su vida. ¿Desea ser de ellos?

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tiempo de almacenar

Durante la juventud el ser humano llega al punto óptimo en su desarrollo teniendo a su alcance cualquier meta que se proponga: su cuerpo es ágil y puede ser entrenado en la disciplina que elija; su inteligencia y su creatividad le enseñan nuevos caminos para superar antiguos problemas, y su mente y sus emociones almacenan experiencias que marcarán su vida para bien o para mal por el resto de su existencia.

Lo triste es que no siempre se está consciente de esta ventaja y los “años de oro” se deslizan sin dejar rastro de valor alguno.

Aquí se basa la importancia del símil o metáfora que tomamos como base para escribir estas líneas, reflexionemos en él.

En el verano, los árboles frutales se cargan de delicias para el paladar, pero es necesario aprender a cosecharlas y desarrollar técnicas para almacenarlas para que así, durante el otoño y el invierno, no falte una canastilla de frutos de verano sobre la mesa.

El error más grave es disfrutar de la juventud sin pensar en el futuro; sin medir que las horas de diversión, reducen las horas de estudio que asegurarán, mañana, un mejor sueldo; sin observar que el abuso del cuerpo, significa el deterioro temprano de la salud en los años venideros; sin valorar las consecuencias de las decisiones tempestuosas que, las más veces, significan porcentajes mayores de riesgo para la vida y la integridad física... y, ¿qué decir? si no se piensa en lo temporal, ¡menos en lo eterno!

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tiempo de decidir

La juventud es la época en que se hacen las decisiones más trascendentes: amistades, carrera, noviazgo, trabajo, matrimonio...
Lo triste es, que al estar frente a estas decisiones, se opta por los siguientes caminos:

a) Se decide, decidir mañana; pero un mañana que nunca llega.

b) Se decide, decidir hasta que sea necesario; pero cuando la necesidad llega, ya no hay recursos.

c) Se decide, no decidir y simplemente conformarse con lo que venga y, que las más veces, no es lo mejor a largo plazo.

Regresando a nuestro símil, observemos que quien ha de cosechar y conservar buena fruta, debe comenzar sus trabajos aún antes de que sus frutos maduren en el árbol. Métodos y materiales para la cosecha, así como espacios de almacenamiento, necesitan ser planeados y presupuestados. Dejarlo a la ventura sería fatal.

Si esto es tan claro para el fruticultor, ¿por qué el ser humano no piensa así cuando es el tiempo de tomar decisiones respecto a su espíritu, su alma y su cuerpo?

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Tiempo que nunca vuelve

Oí decir a un conferencista que hablaba a unos adolescentes:
“Dentro de diez años, si no han sido víctimas de un accidente vial, de un secuestro o de un tiroteo; si no han caído en las garras de algún vicio, si no han adquirido algún hábito que afecte su salud, si no han sufrido un desengaño amoroso o la traición de un amigo, si no han sido presa de la depresión ni buscado quitarse la vida, si no se han contagiado de alguna enfermedad mortal... ¡serán verdaderamente afortunados!”

El conferencista se refería a muchas situaciones del cuerpo y del alma que merman la capacidad del individuo para triunfar como profesionista, y nos da pie para hablar de situaciones que también afectarán su capacidad para analizar y aceptar la oferta de Dios de vida eterna, que está relacionada con el espíritu.

¿Qué hemos de entender por esa parte de nosotros que Dios, en las Escrituras, llama espíritu?

El espíritu es el aliento de vida que hizo a Adán un ser viviente (Génesis 2:7).

El espíritu, es una dádiva de Dios, que a nuestra muerte, regresará a él (Eclesiastés 12:7).

El espíritu, es algo que necesita ser renovado para así volver a estar en comunión con su Creador (Efesios 4:23).

El espíritu, es la fuerza que, si está conducida por Cristo Jesús y proviene del Espíritu Santo que mora en nosotros, siempre hará el bien (Romanos 8:1,6).

El espíritu, es nuestro vínculo con Dios a través de su Espíritu cuando éste llega a morar en nosotros (Romanos 8:16).

Entonces, pensar en el espíritu es pensar en Dios, es prepararse para la eternidad, es usar el hoy con sabiduría. Es comenzar a cosechar aquellos frutos que crecen en nosotros desde el día en que oímos y conocimos la gracia de Dios en verdad (Colosenses 1:6).

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Tiempo que debe aprovechar

Sobre la oferta de la gracia de Dios para el hombre, el apóstol Pablo escribió estas palabras:
Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo
(Romanos 10:13).
Pero, después añade la siguiente reflexión en forma de preguntas:
¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quién les predique?
(Romanos 10:14).

Estas palabras ponen en relieve tres necesidades:

1. Necesita ser salvo.

No todos están conscientes del peligro que corren. Después de la muerte hay un juicio (Hebreos 9:27), y el veredicto de este juicio puede conocerse desde hoy. La sangre de Cristo puede limpiarle de todo pecado y entonces Dios lo declarará: “Justificado”.

2. Necesita invocar.

Para ser justificado por la sangre de Cristo necesita invocar el nombre del Señor hoy, mientras tiene usted vida.

3. Necesita creer.

Para creer, necesita una mente alerta que no ha sido perturbada por filosofías engañosas ni trastornada por vicios y drogas, y un alma que no ha caído en engaños y decepciones que cierran el corazón a las ofertas sinceras de Dios.

4. Necesita oír.

Hoy tiene tiempo, pues está leyendo esta página; mañana, los quehaceres de la vida, las diversiones y los pasatiempos reducirán las oportunidades para dedicar unos momentos para ponerse a cuentas con Dios.

5. Necesita que le prediquen.

En este punto hay una seria advertencia: las ofertas de los hombres son: “Por tiempo limitado”, no piense que las de Dios son algo diferente.

La naturaleza gime y dice a voces que vendrá el día cuando los recursos renovables se terminen.

La tierra se convulsiona: actividad volcánica, huracanes y tsunamis predicen catástrofes mayores.

Terrorismo, secuestros y accidentes, remarcan que la vida es insegura.

Pero la Biblia señala que antes de que esto llegue a su punto más dramático, Cristo vendrá por su iglesia y el día de la gracia terminará, es decir, la oportunidad de ser salvo se acabará.

Hoy es el día cuando usted puede cosechar para el mañana, cuando hacer decisiones sabias es importante. No deje que la oportunidad se desvanezca ante sus ojos.

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