Ayer leímos que el ciudadano del cielo espera a su Salvador que lo transformará a la semejanza de su gloria. El punto se resume en una expresión en el versículo clave de nuestra porción: ¡Maranata! “El Señor está cerca” (v. 5Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca.; 1 Co. 16:22El que no amare al Señor Jesucristo, sea anatema. El Señor viene.).
Su presencia, y el prospecto de ella en forma visible, nos debe impulsar a andar como ciudadanos del cielo exhibiendo lo siguiente:
1. Armonía (v. 2Ruego a Evodia y a Síntique, que sean de un mismo sentir en el Señor.). Dos hermanas habían dejado de tener esto: antes colaboraron en la extensión del evangelio, ahora estorbaban. ¡Qué pena la suya al oír sus nombres cuando la carta fue leída por primera vez en Filipos!
2. Alegría (v. 4Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!). Lo dice una y otra vez: “¡Regocijaos!” Es importante.
3. Amabilidad (v. 5Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca.). Todos los hombres deben ver en nuestro trato con ellos evidencias del amor de Cristo que ha sido derramado en nuestros corazones.
4. Acción de gracias (v. 6Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.). La característica del mundano es estar afanoso por lo terrenal, despreocupado de lo eterno e ingrato por todo (Ro. 1:21Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.). El ciudadano del cielo es agradecido.
5. Actitud mental adecuada (vs. 7-9Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.). La paz de Dios guardará nuestros pensamientos si estos están en Cristo.