Otra vez tenemos la exhortación a unanimidad en el mismo sentir que hubo en Cristo Jesús, pero hay un cambio en la mente de Pablo. La exhortación es la misma, pero la figura es otra. Salimos del bufete contable para ir al campo deportivo, a la pista de carreras. En vez de balance entre pérdidas y ganancias vemos el esfuerzo del atleta que estira sus músculos y hace acopio de toda su fuerza para triunfar.
Aprendamos algo de la concentración que exige el deporte. El que corre en una carrera tiene que decir como Pablo: “Una cosa hago... prosigo a la meta”. El que participa en una carrera, mientras corre, no debe hacer más que correr. No conversa con sus rivales ni con el público, no compra ni vende algo. Tiene una sola preocupación: llegar a la meta.
En el contexto de lo que es eterno, ¿tengo demasiadas metas? ¿Por querer hacer muchas cosas no hago ni “una cosa” bien? Dios nos llama a ser perfectos (v. 15Así que, todos los que somos perfectos, esto mismo sintamos; y si otra cosa sentís, esto también os lo revelará Dios.; comp. v. 12No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús.), que aquí significa madurez, sentir lo mismo que Pablo (vs. 15,1615Así que, todos los que somos perfectos, esto mismo sintamos; y si otra cosa sentís, esto también os lo revelará Dios. 16Pero en aquello a que hemos llegado, sigamos una misma regla, sintamos una misma cosa.), pero sobre todo, lo mismo que Cristo sintió (2:5-85Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, 6el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, 7sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; 8y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.). También significa andar como ciudadano del cielo.