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“El cual pagará a cada uno conforme a sus obras” |
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» Motivación |
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Para toda acción que se emprende, existe un momento cuando, consciente o inconscientemente, se lleva a cabo una evaluación. Uno se pregunta: ¿Seguiré, o me detendré? ¿Habrá un camino más fácil, más seguro, más rápido…? El caso alterno es cuando la acción se inicia por mandato de otro o para agradar a un amigo. Aquí siempre existirá el momento en el que se deba entregar lo que hicimos a quien lo pidió o a quien se quería complacer, y necesariamente, las acciones serán evaluadas. Si fue un trabajo pedido por nuestros superiores, esperaremos oír sus palabras de aprobación; si es el regalo para un amigo, esperamos observar algunas señales de que le gustó y que apreció nuestro esfuerzo. Lo triste de la realidad es que muchos viven sin pensar que un día todos seremos evaluados por nuestro Creador. Algunos piensan que con decir: Dios no existe, se escaparán del juicio; otros, apoyados en un falso concepto de los atributos divinos, viven pensando que un Dios de amor jamás castigará a sus criaturas. Pero ninguno podrá eludir la ley del Dios inmutable que declara con firmeza: Está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio (Heb. 9:27). En este artículo, nos corresponde hablar de la cuarta estación del año, es decir: EL INVIERNO Deseamos utilizar lo ineludible de su llegada para establecer lo necesario que es estar preparados para su advenimiento; pues así, como la noche sucede al día y el invierno al verano, así también, el ciclo de la vida termina con la muerte, momento en que lo que se haya hecho, sea bueno o sea malo será evaluado por el Juez justo y Señor de toda la tierra. |
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La Biblia nos dice que todos seremos juzgados según nuestras obras: a) Unos, ante el tribunal de Cristo (Ro. 14:10-12; 1 Co. 3:13). Aquí recibirán vida eterna porque han perseverado en bien hacer (Ro. 2:7). b) Otros, ante el gran trono blanco (Ap. 20:11,12). Estos recibirán ira y enojo, porque son de los que no obedecen a la verdad, y la tribulación y angustia decretada sobre todo ser humano que hace lo malo (Ro. 2:8,9). Pero es indispensable aclarar que las obras se miden con la vara divina de la verdad que detecta si hay fe en el corazón, fe que se manifiesta en obediencia. Por esto la primera obra que se evalúa es el hecho de haber oído las palabras del Hijo de Dios y haber creído al Padre quien lo envió (Jn. 3:36; 5:24,28,29). También es por esto que se nos confirma: el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre (1 Jn. 2:17). Es decir, sólo son las obras que hacemos conforme a la voluntad de Dios las que nos son tomadas en cuenta, por esto, creer y obedecer son tan importantes. La conversión de la que nos habla la Biblia es, de andar conforme a la carne (Ro. 8:1,4), a andar en las buenas obras para las cuales fuimos creados en Cristo Jesús (Ef. 2:10). Lo que se califica es tan sencillo como verificar un SÍ o un NO, por lo tanto, la incertidumbre de una calificación del 0 al 100 se elimina así como la esperanza de que se me concedan unos puntos extra y alcance la calificación mínima aprobatoria. Hermanos: el Juez es justo, la vara con que juzga es inflexible y lo que se medirá será: ¿Obedeciste a Dios?, y las dos posibles calificaciones son: ¡SÍ!, o bien: ¡NO! Por esto la Biblia también nos insta a tres acciones de importancia, pues por ellas sabremos de antemano cuál será el fallo del Juez aún antes de llegar ante su trono:
Muchos creen en un Cristo que borra los pecados, pero ¿creen en uno que los libra del presente siglo malo (Gá. 1:4), y que es poderoso para guardaros sin caída (Jud. 24)?, ¿creen en la virtud de la sangre del pacto eterno que nos hace aptos en toda obra buena (Heb. 13 20,21)?, pues si su fe estuviera firmemente puesta en Dios, no pecarían, es decir, no serían reprobados en cuanto a sus obras, pues obedecerían las instrucciones de 2 Pedro 1:1-11.
Dios le dijo a la iglesia que estaba en Éfeso: Yo conozco tus obras (y listó una cantidad de ellas), pero señaló: Tengo contra ti, que has dejado tu primer amor (Ap. 2:1-4). El apóstol Pablo ya había dicho: Si… (y listó muchas buenas acciones), y no tengo amor, nada soy… de nada me sirve (1 Co. 13:1-3). Examinar nuestros pasos para ver si en ellos se ven las huellas de nuestro amor, es una segunda acción que se nos recomienda hacer.
Finalmente tenemos esta recomendación que está ligada a una acción que se nos pide hacer en memoria de nuestro Señor (1 Co. 11:24,25) de quien somos y a quien servimos (Hch. 27:23). Voy a presentarme delante de mi Señor, tal como lo haré un día ante su tribunal, y no debo alejarme de él avergonzado (1 Jn. 2:28), debo presentarme dignamente con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura (Heb. 10:22). Note que este examen abarca el corazón la conciencia y el cuerpo. Rogamos al lector lea más sobre el tema, pues necesitará entenderlo antes de aplicarlo a su vida, y necesitará hacer ambas cosas, antes de enseñarlo. |
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Terminamos pensando en tres puntos sobre los que debemos estar convencidos para así convencer a otros.
Si creo que todos seremos juzgados, entonces debo instar a todos a que estén preparados para este momento; tanto a creyentes como a incrédulos.
Si creo que ante Dios no hay pretexto ni excusa que valga, que no hace acepción de personas, ni toma cohecho (Dt. 10:17), debo batallar para destruir las falsas esperanzas de muchos respecto a este evento.
Si creo que después de la muerte viene el jucio, necesito ser muy claro ante aquellos que piensan que Dios aceptará la intercesión de santos y vírgenes para modificar la sentencia que está sobre todo aquel que muere en sus pecados y no en Cristo. ¡Cumplamos con nuestra misión antes de la llegada del invierno! |
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Preparándome para
La promesa de su venida
Los que esperan su venida
“Ciertamente vengo en breve” ¿Cómo nos hallará el Señor?
“Estimada es a los ojos de Jehová
la muerte de sus santos”
“En tu mano están mis tiempos”
Si fallo, no tengo excusa
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