Dan testimonio de mí
(Juan 5:39Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí).
ASÍ lo afirmó el Señor Jesucristo, y así lo podemos confirmar, si leemos la Biblia con atención.
La Biblia nos habla de Cristo, primero en profecía; luego, por medio de lo relatado en los Evangelios, cuando pisó nuestro mundo y, finalmente, en los mensajes del Señor Jesucristo mismo y de sus discípulos.
La Biblia lo presenta como autor de todo lo creado:
Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho (Juan 1:3Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.).
Y en otro lado leemos:
Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas (Romanos 11:36Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén.).
Primero por medio de figuras, luego en forma directa, habla de él como el medio elegido por Dios para trasmitir sus propósitos:
Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo (Hebreos 1:1,21Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, 2en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo).
Y resume esto al decir:
El testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía (Apocalipsis 19:10Yo me postré a sus pies para adorarle. Y él me dijo: Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que retienen el testimonio de Jesús. Adora a Dios; porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía.).
Pero necesitamos señalar una verdad más: el mismo Jesucristo se presenta a sí mismo como la conclusión de todo lo dicho,
el punto donde converge todo lo creado y la verdad que permanecerá cuando el mundo y todo lo que en él hay sea destruido, pues dijo de sí mismo:
Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último (Apocalipsis 22:13Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último.).
Esto, y mucho más es lo que podemos leer en la Biblia sobre la persona del Señor Jesucristo.
Te pueden hacer sabio para la salvación (2 Timoteo 3:15y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. ).
ESTO es lo maravilloso del propósito de las Escrituras.
Leerlas no salvan, memorizarlas, tampoco, ni aún el tratar de obedecerlas. Estos errores estaban en las mentes de los religiosos del primer siglo, y el mismo Señor los señaló (Juan 5:39Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí).
Veamos que sólo nos pueden hacer: sabio para la salvación, es decir, enseñarnos qué hacer para ser salvos, y esto queda claro en unas palabras del apóstol Pablo, que están confirmadas en muchas partes de las Escrituras:
Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo (Hechos 16:31Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa.).
La salvación no viene por obras, si fuese así, nadie sería salvo. ¿Pues quién, en sus propias fuerzas, pudiera cumplir la ley de Dios todos los días de su vida? Y si así lo hiciera, aún oiría estas palabras: Una cosa te falta (Marcos 10:21Entonces Jesús, mirándole, le amó, y le dijo: Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz. ).