EL PASTOR Y
OBISPO
de nuestras almas
Aunque muchos
mortales no se dan cuenta de su necesidad, Dios sí la percibe y ha
provisto una solución.
Sabe que
nuestra alma necesita de un Pastor que la lleve a pastos delicados y
la conduzca por aguas de reposo.
Sabe que
necesita quien sea para ella un Obispo, uno capaz de avistar los
peligros y librarla de todo lo que pueda dañarla.
Y esta
necesidad ha sido suplida en Cristo, pero nos toca volver a él y
reconocerlo como quien puede dar a nuestra alma todo lo que ella
requiere. Hemos de decir, tomando las palabras del salmista (Salmo
23:1-4):
El Señor
Jesucristo es mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados
pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará.
Confortará
mi alma; me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.
Aunque ande
en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque Cristo
estará conmigo; su vara y su cayado me infundirán aliento.
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ALMA
Y PENSAMIENTOS
Nuestros pensamientos
pueden volar sin ataduras y la mente, conjeturar situaciones sin restricción,
dejándonos llenos de dudas y temores, y ¡con cuánta frecuencia sucede! Pero,
añadido a esto, está la problemática de separar lo real de lo imaginario y una
vez hecho esto, encontrar una solución a la contingencia que anticipamos.:
En la
multitud de mis pensamientos dentro de mí, tus consolaciones
alegraban mi alma (Salmo 94:19).
Si nos damos tiempo para
buscar a Dios y escuchar sus palabras, éstas darán a nuestra alma el consuelo
que necesita. Hallaremos paz y descanso al oír su voz y creer lo que él nos
dice.
La invitación del Señor Jesús es: Venid a mí todos los que estáis trabajados y
cargados, y yo os haré descansar; y él promete: hallaréis descanso para vuestras
almas (Mateo 11:28,29).
ALMA
Y POSESIONES
Quien más tiene, más
intranquilo está. Nunca se ha sabido que las muchas riquezas den paz perdurable
al alma. |