Publicaciones EL SEMBRADOR La Semilla es La Palabra de Dios

  Inicio  |  Historia  |  El Sembrador  |  Devocional  |  Estudio Bíblico Semanal  |  Evangelismo  |  Orad por Nosotros  | Contacto

SEMBRADOR No. 765 - Página 3

 

1 de Octubre de 2008 | Año 115                                            Descargar versión PDF


y acelerar la recuperación del cuerpo después de un accidente, ha dejado múltiples lecciones sobre lo acertado del diseño del cuerpo; pero no se ha podido o no se ha querido reconocer lo que expresó el salmista.

Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; estoy maravillado, y mi alma lo sabe muy bien. No fue encubierto de ti mi cuerpo, bien que en oculto fui formado, y entretejido en lo más profundo de la tierra. Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas (Salmo 139:14-16).

Los tejidos, los cromosomas, las hormonas y mucho más, fue desconocido para él; sin embargo, en lenguaje figurado señaló que el desarrollo de su cuerpo y sus cambios físicos y morfológicos, desde su infancia hasta su estado adulto, ¡estaban escritos en un libro! ¿Por qué, aunque la ciencia aumenta, el conocimiento de Dios disminuye?

¿Por qué, aunque hay testimonios cada vez más claros que señalan la necesidad

de incluir en los argumentos científicos a un Dios sabio y poderoso, el hombre se niega a hacerlo?

El hombre llamado primitivo, cuando experimentaba algo que no podía explicar, lo relacionaba con una deidad de su invención. El hombre moderno, porque se concibe a sí mismo como uno que puede explicar todo lo que le rodea, rechaza que las cosas invisibles de Dios, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo (Romanos 1:20). Y, ¿no será por la siguiente razón? Reconocer la mano de Dios en la perfección del universo y en la maravilla de la vida, le compromete a rendirse ante su eterno poder y deidad; y por esto prefiere decir: Dios no existe. Postura aberrante y nada científica, pues decir que algo no existe, no hace que desaparezca.

                  REFLEXIÓN                 

El investigador que dice haber visto nacer un embrión en su laboratorio, no confiesa que para ello usó una célula viva creada por Dios. El pintor moderno que produce un lienzo con formas y colores que causan admiración en la galería de arte, se olvida que esas mismas formas y colores están en la creación de Dios.

Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego”  (Romanos 1:16).

Anterior                                                                                                                              Siguiente
 

 2008 Publicaciones "El Sembrador"