1. Elimina la necesidad
del purgatorio, con todo lo que en este contexto se enseña.
2. Consuela a los
familiares que despiden a un ser querido que, aunque creyente, tal vez no pudo
confesar todos sus pecados.
3. Marca la urgencia de
ser fieles a Dios, si se desea entrar con gozo a la presencia de Cristo.
El juicio que espera a
todo hombre se presenta así: Vida eterna a los que, perseverando en bien
hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad, pero ira y enojo a los que son
contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia
(Ro. 2:7,8). Pero hay un dato definitivo que recordar: el que no se halló
inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego (Ap. 20:15).
Entendamos tres verdades:
1. Perseverar en bien
hacer.
Porque esta acción está
contrastada con ser contencioso y no obedecer a la verdad, concluimos que se
refiere a obedecer de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis
entregados (Ro. 6:17), que nos lleva al tema de la fe y a este comentario: Pero
nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen
fe para preservación del alma (Heb. 10:39).
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2. Buscar…
inmortalidad.
Captemos que
el énfasis está en buscar. Para que Dios responda, debemos
buscarle, pues quiere ver un deseo sincero que nace de un corazón
contrito y humillado.
En el Antiguo
Testamento encontramos estas frases: Si le buscareis, será
hallado de vosotros (2 Cr. 15:2). Buscad a Jehová mientras
puede ser hallado (Is. 55:6). Y me buscaréis y me hallaréis,
porque me buscaréis de todo vuestro corazón (Jer. 29:13).
Palabras que fueron confirmadas por el Señor al decir: Buscad, y
hallaréis (Mt. 7:7).
La salvación
es por gracia para que sea por fe, pero esta fe se manifiesta por la
manera y el medio por el cual se busca resolver el problema del
pecado.
3. El libro
de la vida.
En la
eternidad, el que nuestros nombres estén inscritos en el libro de
la vida es lo más importante. ¿Podemos explicarle a otros cómo
se logra que esto sea así?
Hablemos de
las promesas de Dios, que son inmutables.
Exaltemos la
gracia de Dios y la virtud de la sangre de Cristo que
hace esto posible.
Pero no
dejemos fuera la calidad y la base de la fe que es igualmente
necesaria tener. Recordemos que sin fe es imposible agradar a
Dios (Heb. 11:6). |