El hombre moderno es el primero en vivir sin el temor de un Ser Supremo, pues todos los pueblos y tribus de antaño, ante las maravillosas y temibles obras del Creador, sentían la necesidad de acudir a dioses que adoraban con toda sinceridad y abnegación.
¡Qué sorprendente que en esta época de luz, el hombre se niegue a reconocer al Creador del universo y al Dador de la vida!
Dejemos que nos hablen los dos testigos más sobresalientes de que Dios es excelso en su poder.
LA PERFECCIÓN DEL UNIVERSO
Unos aceptan que el universo tuvo un principio hace millones de años; otros, establecen en sus teorías que todo siempre ha sido así. En ambos casos, ¡cuán perfectas son las leyes que gobiernan los movimientos de los astros! y, ¡cuán grande es el poder que sostiene las galaxias! En otra esfera: ¡cuán perfectas son las leyes de las órbitas y simetrías de las partículas atómicas y subatómicas!
Pudiéramos seguir hablando
del arco iris, de la aurora boreal y del espectro relacionado con cada uno de
los elementos químicos. Y todo apuntaría a lo excelso de la sabiduría del
Creador y lo infalible de sus leyes y su diseño.
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El salmista, que conocía mucho menos de todo esto que se conoce hoy, pensaba que sería razonable que, cuando el hombre conociera más de estas maravillas, se doblegaría ante Dios.
Decid a Dios: ¡Cuán asombrosas son tus obras! Por la grandeza de tu poder se someterán a ti tus enemigos. Toda la tierra te adorará, y cantará a ti; cantarán a tu nombre
(Salmo 66:3,4).
Sin embargo, esto no ha sido así; todo lo contrario, hoy hay más que dicen que Dios no existe, o que viven como si no existiera.
LA MARAVILLA DE LA VIDA
Mientras más se interna el hombre en los secretos del cuerpo humano, más debe reconocer en sus escritos y declarar en sus conferencias, que cada parte del cuerpo está allí con un propósito, y que sin él, habría disminución en nuestra calidad de vida.
La búsqueda del genoma humano, de los factores que causan las enfermedades y de los medicamentos, métodos y técnicas que pueden ser utilizados para minimizar el dolor |