Esta vez Dios no vino a Salomón para ofrecerle: “Pide lo que quieras”, sino para expresar aprobación, ratificar promesas y recalcar que había condiciones que Salomón y el pueblo deberían cumplir.
Los pecados mencionados por Dios en los versículos 6-96Mas si obstinadamente os apartareis de mí vosotros y vuestros hijos, y no guardareis mis mandamientos y mis estatutos que yo he puesto delante de vosotros, sino que fuereis y sirviereis a dioses ajenos, y los adorareis; 7yo cortaré a Israel de sobre la faz de la tierra que les he entregado; y esta casa que he santificado a mi nombre, yo la echaré de delante de mí, e Israel será por proverbio y refrán a todos los pueblos; 8y esta casa, que estaba en estima, cualquiera que pase por ella se asombrará, y se burlará, y dirá: ¿Por qué ha hecho así Jehová a esta tierra y a esta casa? 9Y dirán: Por cuanto dejaron a Jehová su Dios, que había sacado a sus padres de tierra de Egipto, y echaron mano a dioses ajenos, y los adoraron y los sirvieron; por eso ha traído Jehová sobre ellos todo este mal. son precisamente los que cometerían más tarde. Al llegar al final de los Libros de Reyes habremos visto que las palabras de amonestación no fueron escuchadas y que los castigos anunciados por Dios se cumplieron al pie de la letra. Lo mismo ha de ocurrir con nosotros si no queremos oír la voz de Dios ni aprender algo de la historia antigua de su pueblo.
En los versículos 1Cuando Salomón hubo acabado la obra de la casa de Jehová, y la casa real, y todo lo que Salomón quiso hacer, 11para las cuales Hiram rey de Tiro había traído a Salomón madera de cedro y de ciprés, y cuanto oro quiso, que el rey Salomón dio a Hiram veinte ciudades en tierra de Galilea. y 19asimismo todas las ciudades donde Salomón tenía provisiones, y las ciudades de los carros, y las ciudades de la gente de a caballo, y todo lo que Salomón quiso edificar en Jerusalén, en el Líbano, y en toda la tierra de su señorío. se habla de lo que “quiso” Salomón. Tomemos nota del peligro de seguir nuestros deseos en vez de buscar la voluntad de Dios. En Salomón había una mezcla de deseos: algunos para la gloria de Dios y otros para la suya propia. Evitemos esto en nuestros corazones, procurando hacer TODO “para la gloria de Dios” (1 Co. 10:31Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios.).