Estamos pensando en la relación espiritual: la de “hijo en la fe”. Aquí, a diferencia de otros incidentes, Elí se destaca como buen ejemplo para “pastores y maestros”.
1. Un justo juicio. Elí en su aposento, Samuel en el templo (vs. 2,32 Y aconteció un día, que estando Elí acostado en su aposento, cuando sus ojos comenzaban a oscurecerse de modo que no podía ver, 3 Samuel estaba durmiendo en el templo de Jehová, donde estaba el arca de Dios; y antes que la lámpara de Dios fuese apagada,). Esto no es de criticarse, al contrario, quiera Dios que podamos hacer un justo juicio de nuestras habilidades y dar paso al más joven, más entusiasta, cuando el tiempo llegue. ¿Para qué serviría un velador que no puede ver?
2. Una comunicación completa. Samuel corrió a buscar a Elí (v. 5Y corriendo luego a Elí, dijo: Heme aquí; ¿para qué me llamaste? Y Elí le dijo: Yo no he llamado; vuelve y acuéstate. Y él se volvió y se acostó.). Estaba reaccionando como había sido instruido, respetaba a su anciano tutor porque admiraba su sabiduría. ¿Estamos educando al niño lo suficiente para que cuando sea joven nos siga buscando?
3. Una paciencia perfecta. Tres veces fue despertado el anciano y tres veces fue recibido Samuel con amabilidad; aún más, fue recibido con comprensión y con deseos de ayudarlo a resolver su problema en ese instante (v. 10Y vino Jehová y se paró, y llamó como las otras veces: ¡Samuel, Samuel! Entonces Samuel dijo: Habla, porque tu siervo oye.). ¿Qué haría usted si su hijo en la fe lo despertara a media noche para pedirle le explicara algo que sentía que Dios le estaba diciendo?