Ayer nos vimos como hijos, soldados, atletas y labradores. Hoy hemos leído que somos:
1. Obreros (v. 15Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad. ). En un buen obrero hay diligencia, hay la confianza que se deriva de saber bien el oficio y cumplir con sus responsabilidades y hay pericia en el uso de sus instrumentos; que en este caso es “la palabra de verdad”. No debemos desviarnos de ella como lo hicieron Himeneo y Fileto (v. 17Y su palabra carcomerá como gangrena; de los cuales son Himeneo y Fileto).
2. Utensilios (vs. 20,2120Pero en una casa grande, no solamente hay utensilios de oro y de plata, sino también de madera y de barro; y unos son para usos honrosos, y otros para usos viles. 21Así que, si alguno se limpia de estas cosas, será instrumento para honra, santificado, útil al Señor, y dispuesto para toda buena obra.). Son variados en su forma, su material y sus usos, pero todos deben ser para honra, santificados, útiles al Señor y siempre dispuestos a servir.
3. Siervos (v. 24Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido). No deben ser contenciosos, deben defender los intereses de su amo, no perdiendo el tiempo en cuestiones necias o diferencias de opinión sobre detalles secundarios (v. 23Pero desecha las cuestiones necias e insensatas, sabiendo que engendran contiendas.), sino restaurando a los que se han desviado de la verdad, con energía templada con amor y paciencia, pidiendo que Dios les conceda conocer la verdad para escapar del lazo del diablo (v. 26y escapen del lazo del diablo, en que están cautivos a voluntad de él.).
Veamos en este capítulo un álbum que nos muestra todo lo que debemos ser. Agradezcamos los privilegios y aceptemos las responsabilidades.