El que dijo esto a los romanos (Ro. 1:16Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego.), aquí habla tres veces de lo mismo. Insta a Timoteo a no avergonzarse de dar testimonio de su Señor (v. 8Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios). Afirma que él no se avergüenza de padecer porque confía en su Señor (v. 12Por lo cual asimismo padezco esto; pero no me avergüenzo, porque yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día.). Y alaba a Onesíforo porque no se avergonzó de servir a su Señor en la persona de sus hermanos (v. 16Tenga el Señor misericordia de la casa de Onesíforo, porque muchas veces me confortó, y no se avergonzó de mis cadenas; Mt. 25:35,3635Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; 36estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí.).
Este capítulo tiene mucho que decirnos sobre el evangelio. Ayer vimos una buena definición (v. 1Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, según la promesa de la vida que es en Cristo Jesús). ¿La recordamos?
Hoy vemos su contenido (vs. 9,109quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos,10pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio, ). Es mucho más que pecados perdonados: es un llamamiento santo que hace el que “quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad” (v. 10pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio).
Su base es la gracia de Cristo Jesús y no los méritos del hombre. No son nuestras obras en el tiempo sino los propósitos de gracia antes del tiempo lo que cuenta.
Nuestro deber ante el evangelio es comunicarlo (v. 11del cual yo fui constituido predicador, apóstol y maestro de los gentiles.), padecer por él (v. 12Por lo cual asimismo padezco esto; pero no me avergüenzo, porque yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día) y guardarlo (vs. 13,1413Retén la forma de las sanas palabras que de mí oíste, en la fe y amor que es en Cristo Jesús. 14Guarda el buen depósito por el Espíritu Santo que mora en nosotros.). Si sufrimos, se nos antojará diluirlo, quitando lo que ofende para escapar de la persecución, pero debemos guardarlo puro, sin merma ni contaminación.