ESTANDO en peligro, David recuerda que Dios es Dios de guerra y le ruega que venga en su ayuda con armas de defensa y de ataque (vs. 1-31 Disputa, oh Jehová, con los que contra mí contienden; Pelea contra los que me combaten. 2 Echa mano al escudo y al pavés, Y levántate en mi ayuda. 3 Saca la lanza, cierra contra mis perseguidores; Di a mi alma: Yo soy tu salvación.), pero sobre todas las cosas quiere escuchar su voz diciendo: “Yo soy tu salvación” (v. 3Saca la lanza, cierra contra mis perseguidores; Di a mi alma: Yo soy tu salvación.).
Estas palabras valen más que todo lo que el mundo pueda hacer o decir. En el versículo 5Sean como el tamo delante del viento, Y el ángel de Jehová los acose. los impíos vuelven a aparecer bajo el símil de tamo que arrebata el viento, recordándonos de la unidad del primer Libro de los Salmos.
Podemos contrastar el versículo 6Sea su camino tenebroso y resbaladizo, Y el ángel de Jehová los persiga. con el 7Porque sin causa escondieron para mí su red en un hoyo; Sin causa cavaron hoyo para mi alma. del salmo anterior. Allá “el ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, y los defiende”; acá el mismo ángel acosa y persigue a los enemigos del salmista.
No sólo hay peligro cuando el enemigo está a la vista; no olvidemos el peligro que representan las redes ocultas (vs. 7,87 Porque sin causa escondieron para mí su red en un hoyo; Sin causa cavaron hoyo para mi alma. 8 Véngale el quebrantamiento sin que lo sepa, Y la red que él escondió lo prenda; Con quebrantamiento caiga en ella.). Hasta no llegar al fin de la carrera no dejaremos de estar en peligro de caer en las redes que extiende ante nuestros pies el enemigo de nuestras almas.
El salmo contiene muchas expresiones de adoración para recordarnos que ésta debe ser nuestra actitud después de toda victoria.