El Sembrador
La semilla es la Palabra de Dios

Por esto se ha de guardar silencio ante Dios y así permitirle hablar para enseñarnos las verdades que nos son ocultas.

Tres son las primeras verdades que deben captar nuestros ojos y para las cuales el hombre se ha vuelto ciego, pues su visión no le alcanza para ver los detalles:

PECADO

El hombre de ciencia, no tiene tiempo para investigarlo; el filósofo, busca argumentos para excusar su presencia; el hombre, en general, no quiere pensar en ello y prefiere gozar de la vida, aunque sea tan sólo por unos instantes. Rehúsa ver que el pecado distorsiona su campo de visión.

Pero la verdad es esta:

Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron (Romanos 5:12Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.).

Y esta es la consecuencia:

Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios (Romanos 3:23por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios).

Ante esta situación, esta es la verdad que aceptar y esta es la acción que corresponde:

Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad (1 Juan 1:9Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.).

Llegando a la segunda verdad:

PERDÓN

Muchos, jamás lo obtienen porque no están dispuestos a confesar ante Dios sus pecados y buscar su limpieza para así ya no pecar. Pero la virtud de la sangre de Cristo abarca esto y más.

PROVISIÓN

Si se busca al Omnipotente, se encontrará todo lo necesario para vivir una vida libre de pecado y útil para Dios. Pero hay una cláusula que cumplir: renunciar a la impiedad y a los deseos mundanos, para vivir sobria, justa y piadosamente (Tito 2:11,1211Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, 12enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente).

Con una nueva visión vienen nuevas posibilidades y nuevas responsabilidades, pero necesitamos usar los recursos disponibles. ¿Está Ud. dispuesto a ello?