1° de Abril de 2010 Año 116, No.771

El hombre tiene preguntas básicas para las que ha escuchado múltiples respuestas; pero es evidente que éstas no le han dado satisfacción, porque a través de los siglos, sigue haciéndolas.

Sin embargo, unos pocos sí han hallado respuestas satisfactorias porque han sido guiados por el Espíritu de verdad a toda la verdad. Y nuestro deseo es que, a través de estas líneas, usted también sea de estos.

Repasemos algunas de estas preguntas que el hombre se hace.

¿QUIÉN SOY?

Como respuesta a esta pregunta algunos le dirán: un accidente. Éstos proponen que el hombre es el resultado de tiempo y azar operando sobre la materia viva y que, paso a paso, partiendo de la célula más sencilla, fueron apareciendo formas más complejas, hasta la aparición del hombre en la tierra. Lo marcan como un accidente, porque, dicen, no es producto de un plan preconcebido por una mente infinitamente superior.

Algunos aceptan esta teoría, no tanto por su valor científico, sino porque, si son producto del tiempo y el azar, no hay un Creador al que se deberá rendir cuentas, ni hay un más allá que temer, pues como las plantas y los animales, les toca nacer, crecer, reproducirse… ¡y morir!

Sin embargo, los más desearían encontrar una respuesta diferente que les confiriera personalidad y dignidad, algo que explicara todas las maravillas que observan en su cuerpo y que les confirmara con exactitud qué pueden esperar más allá de la muerte. Pero al internarse en las ciencias humanas, siguen sin hallar una respuesta satisfactoria.

La siguiente pregunta es:

¿DE DÓNDE VENGO?

Con su consecuente:

¿A DÓNDE VOY?

La teoría popular dice que provenimos de un antropoide que vivía en cavernas y luchaba por subsistir ante cambios climáticos y animales mayores que él. Un ser muy limitado en cuanto a artesanías y tecnología.

Ante este antecedente, es gratificante observar todos los logros del ser humano de hoy; avances técnicos y científicos que presagian un futuro promisorio con todo tipo de éxitos que confirman su posición como ser supremo entre los demás seres vivos que habitan el planeta, y aún, se piensa, el universo.

Una última pregunta sería:

¿PARA QUÉ ESTOY AQUÍ?

Al no encontrar respuestas convincentes para las primeras preguntas, el hombre se ubica entre dos posturas muy diferentes la una de la otra.

“El Sembrador”
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