2. CONVERTÍOS.
Una segunda función de la ley es llevarnos a Cristo (Gálatas 3:24), y aquí encontramos la definición de conversión: dejar de seguir nuestro camino de pecado delante de los ojos de Dios y volvernos hacia Cristo, el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación (Romanos 4:25).
Entonces, convertirnos, es creer que, por la virtud de la sangre de Cristo, somos libres del pecado para ser hechos siervos de Dios (Romanos 6:22); y habiendo creído esto, dejar atrás nuestra vana manera de vivir de la cual hemos sido rescatados con la sangre de Cristo (1 Pedro 1:18,19) y entregarnos de todo corazón a vivir para aquel que murió por nosotros (2 Corintios 5:14,15).
GOZAR SUS PROMESAS
Entre las muchas promesas
de Dios, destacamos esta:
|
Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio.
(Hechos 3:19)
Pero confesar los pecados es más que sólo listar las acciones que ofendieron a Dios, es confesar nuestra imposibilidad de cumplir sus leyes, junto con nuestra necesidad de su ayuda para superar nuestro problema.
TEMER SUS JUICIOS
Es nuestra obligación presentar esta verdad, pues así como sus bendiciones son fieles y abundantes, así también sus castigos son ineludibles y justos.
No se puede ignorar la ley de Dios y esperar escapar de sus juicios. Con Dios, ¡no hay impunidad! Y esto es aplicable a todos.
Amigo lector:
¿Cuál es su decisión ante el Dios fiel y justo?
|