En el uso de los dones, el amor “no busca lo suyo” (13:5no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor). El don de lenguas que se usa para lucimiento o como comprobación de espiritualidad, puede satisfacer al que habla, pero no cumple con los propósitos señalados en el versículo 3Pero el que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación., que son:
1. EDIFICACIÓN. Esta palabra es importante en este capítulo (vs. 3,4,53Pero el que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación. 4El que habla en lengua extraña, a sí mismo se edifica; pero el que profetiza, edifica a la iglesia. 5Así que, quisiera que todos vosotros hablaseis en lenguas, pero más que profetizaseis; porque mayor es el que profetiza que el que habla en lenguas, a no ser que las interprete para que la iglesia reciba edificación.,12,17,1912Así también vosotros; pues que anheláis dones espirituales, procurad abundar en ellos para edificación de la iglesia. 17Porque tú, a la verdad, bien das gracias; pero el otro no es edificado. 19pero en la iglesia prefiero hablar cinco palabras con mi entendimiento, para enseñar también a otros, que diez mil palabras en lengua desconocida....). La mente del oyente debe recibir instrucción en las verdades reveladas en las Escrituras para que haya crecimiento y fortaleza.
2. EXHORTACIÓN. Las palabras deben tener efecto sobre la voluntad del oyente, reprendiendo mala conducta y alentando la práctica de actividades positivas.
3. CONSOLACIÓN. Las emociones del oyente deben sentirse afectadas por el ministerio de la palabra. En este valle de lágrimas hay mucho desaliento y dolor. El ejercicio de mi don debe animar al desanimado a seguir adelante con ahínco y gozo renovado.
Usemos siempre palabras que sean fáciles de entender, breves, pero llenas de amor, y pronunciadas con el deseo sincero de promover el bienestar de la iglesia.