Es notable la correspondencia entre este salmo y el anterior. Ambos son acrósticos. Tratan el mismo tema, pero con énfasis distinto. El anterior enfoca al Dios que debemos temer y éste al hombre que teme a ese Dios.
Mucho de lo que se dice de Dios en el Salmo 111:3Gloria y hermosura es su obra, Y su justicia permanece para siempre. se aplica al hombre en el 112Ir a la Biblia en línea (sitio externo). Allí vimos la gloria del “Sol de justicia” (Mal. 4:2Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada.) y aquí (v. 1Bienaventurado el hombre que teme a Jehová, Y en sus mandamientos se deleita en gran manera.) vemos al creyente, como la luna, reflejando la luz de ese Sol. El creyente que contempla la gloria del Señor es transformado “de gloria en gloria en la misma imagen” (2 Co. 3:18Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.). Algunas bendiciones del hombre que teme a Jehová son su descendencia poderosa y bendita; prosperidad, sabiduría, buen juicio, confianza, corazón firme y asegurado.
El último versículoLo verá el impío y se irritará; Crujirá los dientes, y se consumirá. El deseo de los impíos perecerá. describe al impío y, como en el Salmo 1Ir a la Biblia en línea (sitio externo), esa descripción es todo lo contrario a lo que se dice del hombre que teme a Jehová. Este salmo ilustra muy bien las palabras de Pablo a Timoteo: “La piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera” (1 Ti. 4:8porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera.).