La lectura de ayer (2:42Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.) terminó con cuatro prácticas fundamentales en la iglesia primitiva.
1. La doctrina. Estaba llena de exhortaciones que ponían en relieve los motivos que debieran impulsar cada acción. Hoy, más que de doctrina, oímos de costumbres para indicarnos cómo debemos actuar.
2. La comunión. Mucho se habla hoy de comunión con Dios, pero aquí se habla de comunión “unos con otros”. Hay un paralelo con 1 Juan 4:20Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?.
3. El partimiento del pan. Esta frase se refiere a dos prácticas comunes: compartir los alimentos cotidianos y celebrar la Cena del Señor. Las dos se hacían juntas al principio (1 Co. 11:21,2221Porque al comer, cada uno se adelanta a tomar su propia cena; y uno tiene hambre, y otro se embriaga. 22Pues qué, ¿no tenéis casas en que comáis y bebáis? ¿O menospreciáis la iglesia de Dios, y avergonzáis a los que no tienen nada? ¿Qué os diré? ¿Os alabaré? En esto no os alabo.). Hizo bien el apóstol en marcar que no debieran de celebrarse juntas, pero hemos hecho mal nosotros en olvidarnos de la primera, pues sólo nos invitamos a fiestas y aniversarios, con gran derroche de dinero.
4. Las oraciones. Si al pensar en la comunión con Dios pensáramos más en las reuniones de oración, éstas no estarían tan vacías.
Con estos cuatro vínculos no es de extrañarse la amistad, la alegría y las maravillas en el crecimiento de la iglesia en aquellos días. La iglesia de hoy, ¿comparte a Cristo o sólo da plata y oro (3:6Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda.)?