Esta es la primera de muchas lecturas acerca del tabernáculo. Se trata de un edificio portátil que sería el centro de la adoración de la nación israelita y el medio para establecer relación entre un Dios santo y un pueblo pecador. Pero, sobre todo, el tabernáculo es sombra y figura de la persona de Cristo, habitando entre nosotros, la iglesia. Toda la Epístola a los Hebreos es testimonio de esto.
Lo primero que se menciona es una lista de materiales que se usarían en la construcción y que serían ofrendas de israelitas redimidos (v. 2Di a los hijos de Israel que tomen para mí ofrenda; de todo varón que la diere de su voluntad, de corazón, tomaréis mi ofrenda.). Sólo ellos ofrendarían el material.
El mismo principio es aplicable en el Nuevo Testamento donde Dios no pide ofrendas a los que no son sus hijos.
Más adelante veremos el significado de los materiales. Por ahora queremos enfatizar que el diseño y la construcción no se hicieron siguiendo ideas humanas. Dios instruyó a Moisés y le enseñó el diseño (Heb. 8:5los cuales sirven a lo que es figura y sombra de las cosas celestiales, como se le advirtió a Moisés cuando iba a erigir el tabernáculo, diciéndole: Mira, haz todas las cosas conforme al modelo que se te ha mostrado en el monte.). Esto se repite como un refrán en todo lo que sigue del libro.
Hoy Dios tiene un diseño para la construcción espiritual de la iglesia. Debemos conocerlo y apegarnos a él. Lo encontramos en el Nuevo Testamento. Busquemos oír para nuestra vida, el “así lo haréis” (v. 9Conforme a todo lo que yo te muestre, el diseño del tabernáculo, y el diseño de todos sus utensilios, así lo haréis.).