“¿IRÁS tú con este varón?... Sí, iré” (v. 58Y llamaron a Rebeca, y le dijeron: ¿Irás tú con este varón? Y ella respondió: Sí, iré.). Así es el llamado del evangelio: es una invitación personal y urgente, y es necesario IR, dejando atrás las cosas del mundo.
El que sigue a Cristo tiene que pagar un precio de separación tal como lo hizo Rebeca y tal como lo hizo Rut, al escoger dejar Moab para pertenecer al pueblo del Dios de Noemí.
Rebeca y sus doncellas “siguieron al hombre” (v. 61Entonces se levantó Rebeca y sus doncellas, y montaron en los camellos, y siguieron al hombre; y el criado tomó a Rebeca, y se fue.). Esto marcó el principio de un largo viaje por el desierto para ir al encuentro de Isaac.
Este viaje representa la vida del cristiano. Durante el viaje, Rebeca tenía plena confianza en su guía y disfrutó de su compañía, aprendiendo de él cada día algo de la tierra donde viviría y del esposo que la esperaba.
Tal es nuestro privilegio hoy. Debemos disfrutar la presencia del Espíritu que quiere guiarnos y enseñarnos a amar a nuestro Señor. Nos enseña a anhelar el momento del encuentro con él. Como Isaac salió a recibir a Rebeca, así el Salvador recibirá a su esposa en las nubes.