Junio 8

Génesis 34:1-31Ir a la Biblia en línea (sitio externo)

DEBEMOS CUMPLIR LO PROMETIDO

JACOB había prometido volver a Bet-el (28:19-22 19Y llamó el nombre de aquel lugar Bet-el, aunque Luz era el nombre de la ciudad primero. 20E hizo Jacob voto, diciendo: Si fuere Dios conmigo, y me guardare en este viaje en que voy, y me diere pan para comer y vestido para vestir, 21y si volviere en paz a casa de mi padre, Jehová será mi Dios. 22Y esta piedra que he puesto por señal, será casa de Dios; y de todo lo que me dieres, el diezmo apartaré para ti.; 31:13Yo soy el Dios de Bet-el, donde tú ungiste la piedra, y donde me hiciste un voto. Levántate ahora y sal de esta tierra, y vuélvete a la tierra de tu nacimiento.), pero se detuvo en Siquem, una ciudad de los cananeos, y compró allí un campo (33:17-1917Y Jacob fue a Sucot, y edificó allí casa para sí, e hizo cabañas para su ganado; por tanto, llamó el nombre de aquel lugar Sucot. 18Después Jacob llegó sano y salvo a la ciudad de Siquem, que está en la tierra de Canaán, cuando venía de Padan-aram; y acampó delante de la ciudad. 19Y compró una parte del campo, donde plantó su tienda, de mano de los hijos de Hamor padre de Siquem, por cien monedas.). El no cumplir su promesa le acarreó las tristes consecuencias que vemos en el capítulo que hemos leído hoy.

Muchas veces omitimos la lectura de capítulos como éste, porque nos incomoda leer de vergüenza y deshonra como la que sufrió Dina. Pero Dios puso este relato en su Palabra porque necesitamos la enseñanza y la advertencia que pasajes como éste nos ofrecen.

¡Cuántos creyentes viven metidos en el mundo (Siquem), y como consecuencia del ambiente en que viven, hacen parentesco con los mundanos! No tienen interés en ir al lugar donde nacieron espiritualmente; se ausentan con cualquier pretexto de la comunión de los santos (Bet-el = Casa de Dios), y luego lamentan que sus hijos e hijas fracasen en la elección de “ayuda idónea” para su peregrinaje a través de este valle de lágrimas.

Estamos en el mundo, pero no somos del mundo; “nuestra ciudadanía está en los cielos” (Fil. 3:2020Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo).

“El Sembrador”
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