Contra el incrédulo (2 Tesalonicenses 1:7,8).
Esto será así, porque habrá rechazado la oferta de Dios en Cristo Jesús.

El que cree en el
Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida,
sino que la ira de Dios está sobre él (Juan 3:36)

Contra el inútil (Lucas 3:9; Juan 15:2,5,6; Hebreos 6:7,8).
Creer en el Hijo puede ser una acción estéril, un buen deseo que nunca
fructifique en una decisión, una fe sin obras, es decir, sin llegar a una total
obediencia a Aquel, quien de labios, se reconoce como Señor, pero no de todo
corazón.
LA IRA Y EL AMOR
Hay una verdad fundamental que entender. La ira de Dios no está contra el hombre, él lo ama por más pecador que sea, la ira viene contra el pecado que habita en el corazón de sus criaturas. |
Quitar ese pecado es lo que el amor de Dios le ofrece.

Jesucristo,… se dio
a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un
pueblo propio, celoso de buenas obras (Tito 2:13,14)

Dios cargó en su Hijo los pecados de todos nosotros para que hoy podamos ser libres de ellos (Isaías 53:5,6).
Una vez purificados de nuestros pecados, nos toca vivir una vida santa, sin pecar; la sangre de Cristo nos asegura que es posible agradar a Dios en todo cuanto hacemos (Hebreos 13:20,21); pero es indispensable un cambio profundo y verdadero.

Os convertisteis de
los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero, y esperar de los cielos
a su Hijo, al cual resucitó de los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira
venidera (1 Tesalonicenses 1:9,10).

¿Escapará usted de la ira de Dios? La decisión es suya. El amor de Dios ya proveyó la manera de escapar de ella.
|