LA IRA DE DIOS
Es de tomarse en cuenta que las muchas historias que en la Biblia nos hablan de
la ira de Dios, han sido rodeadas de duda, o bien, han sido señaladas como
mitología o leyenda. Pero, es igualmente sorprendente, cómo algunas comienzan a
ser demostradas por los hombres de ciencia, como verdad.
Pensemos en las más notorias:
Israel en exilio (Jeremías 52). Dios no pudo tolerar más la
idolatría de su pueblo y los caldeos lo llevaron a Babilonia.
El Faraón (Éxodo 11). Un mortal quiso jugar con Dios; le pedía a Moisés
que intercediera por él, para después cambiar de opinión y negarse a obedecer.
Sodoma y Gomorra (Génesis 19). La conducta inmoral de estos pueblos llegó
a su clímax, y Dios decretó su destrucción por fuego y azufre.
La torre de Babel (Génesis 11). Dios observó con qué facilidad un líder
(Nimrod) podía hacer que toda la humanidad lo desafiara. Dios confundió sus
lenguas y detuvo el proyecto.
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El diluvio
(Génesis 6,7). Dios vio la violencia del hombre, así como su
trato con agentes diabólicos, y destruyó a todos, menos a un hombre
justo que halló gracia ante sus ojos.
Esto nos
enseña que la ira de Dios queda manifiesta contra toda:
Idolatría. Ídolo es todo objeto, persona o culto que excluye a Dios
de tener, no sólo el lugar supremo en nuestra vida, sino el único.

Al Señor
tu Dios adorarás, y a él sólo servirás (Mateo 4:10); y: Ninguno
puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al
otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a
Dios y a las riquezas (Mateo 6:24). 
Desprecio. No
se puede jugar con Dios, es decir, sólo buscarle cuando nos conviene
y, con promesas y posturas falsas, buscar su ayuda.

No
tentarás al Señor tu Dios (Mateo 4:7); y: Sírvele con corazón
perfecto y con ánimo voluntario; porque… escudriña los corazones de
todos, y entiende todo intento de los pensamientos (1 Crónicas
28:9).
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Al pueblo de Israel se le
dijo:
“Guardaos, no os
olvidéis del pacto de Jehová vuestro Dios, que él estableció con
vosotros, y no os hagáis escultura o imagen de ninguna cosa que
Jehová tu Dios te ha prohibido. Porque Jehová tu Dios es fuego
consumidor, Dios celoso”
(Deuteronomio 4:23,24). |