La última pregunta que Pablo contesta en esta epístola tiene que ver con la ofrenda. Aquí se trata de una ofrenda especial para los pobres en Jerusalén, pero las instrucciones son de aplicación general. Debemos dar con regularidad, y de manera proporcional y generosa (vs. 1-41En cuanto a la ofrenda para los santos, haced vosotros también de la manera que ordené en las iglesias de Galacia. 2Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas. 3Y cuando haya llegado, a quienes hubiereis designado por carta, a éstos enviaré para que lleven vuestro donativo a Jerusalén. 4Y si fuere propio que yo también vaya, irán conmigo.).
Luego Pablo escribe acerca de sus planes y termina con una exhortación a la vigilancia, la firmeza, el valor, el esfuerzo y el amor (vs. 13,1413Velad, estad firmes en la fe; portaos varonilmente, y esforzaos. 14Todas vuestras cosas sean hechas con amor.).
Nos ha entristecido la situación de los creyentes en Corinto, pero hemos sido enriquecidos por la enseñanza que nació de tales circunstancias. La carta puede describirse como severa. Lo es, pero es una severidad que nace del amor. Recordemos los capítulos 8Ir a la Biblia en línea (sitio externo) y 13Ir a la Biblia en línea (sitio externo). Hoy leímos: “Todas vuestras cosas sean hechas con amor” (v. 14Todas vuestras cosas sean hechas con amor.) y, “Mi amor en Cristo Jesús esté con todos” (v. 24Mi amor en Cristo Jesús esté con todos vosotros. Amén.).
Para el que no ama al Señor Jesús hay un anatema (maldición), pero los que le aman se gozan al decir Maranata: “El Señor viene” (v. 22El que no amare al Señor Jesucristo, sea anatema. El Señor viene.) Aceptemos las exhortaciones de esta carta y también el amor que hay en ella.