Años antes, Dios había ordenado a Elías que ungiera a Jehú como rey de Israel (1 R. 19:16A Jehú hijo de Nimsi ungirás por rey sobre Israel;). No se registra que lo haya hecho, pero si así fue, entonces Jehú fue ungido dos veces. Así ocurrió con David que fue ungido por Samuel en Belén y por el pueblo muchos años después (1 S. 16:13Y Samuel tomó el cuerno del aceite, y lo ungió en medio de sus hermanos; y desde aquel día en adelante el Espíritu de Jehová vino sobre David. Se levantó luego Samuel, y se volvió a Ramá.; 2 S. 2:4Y vinieron los varones de Judá y ungieron allí a David por rey sobre la casa de Judá. Y dieron aviso a David, diciendo: Los de Jabes de Galaad son los que sepultaron a Saúl.).
Jehú cumplió la misión de venganza contra la casa de Acab “impetuosamente” (v. 20El atalaya volvió a decir: También éste llegó a ellos y no vuelve; y el marchar del que viene es como el marchar de Jehú hijo de Nimsi, porque viene impetuosamente.). Joram y Ocozías mueren en cumplimiento cabal de lo profetizado por Elías. Jezabel se pintó los ojos y se atavió el cabello, pero sólo para ser echada por la ventana para morir y ser comida por los perros (vs. 10Y a Jezabel la comerán los perros en el campo de Jezreel, y no habrá quien la sepulte. En seguida abrió la puerta, y echó a huir.,36Y volvieron, y se lo dijeron. Y él dijo: Esta es la palabra de Dios, la cual él habló por medio de su siervo Elías tisbita, diciendo: En la heredad de Jezreel comerán los perros las carnes de Jezabel).
No sabemos que Jehú haya adorado o invocado el nombre de Dios, pero tuvo celo en obedecer los designios de Dios.
Nuestro Dios es Dios de venganza y se cumplirá su venganza en nuestra era, no por la sangre de Nabot (v. 26Que yo he visto ayer la sangre de Nabot, y la sangre de sus hijos, dijo Jehová; y te daré la paga en esta heredad, dijo Jehová. Tómalo pues, ahora, y échalo en la heredad de Nabot, conforme a la palabra de Jehová.), sino por el crimen del Calvario. Pero hoy es posible escapar de este juicio (Ap. 18:4Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas).