La comisión dada a Ezequiel no fue nada fácil, pero en ella se destaca la verdad de que Dios no hará nada sin que lo revele “a sus siervos los profetas” (Am. 3:7Porque no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas.). También aprendamos que si tenemos una revelación de Dios debemos proclamarla, sea cual fuere la reacción del que la escucha.
El público tenía estas características:
» Duros de rostro, nada los iba a conmover.
» Corazón empedernido, nada les haría cambiar su forma de pensar.
» Casa rebelde, nada cambiaría su forma de actuar.
Esto nos habla de tres puertas a las que toca el mensaje del evangelio hoy: las emociones, el razonamiento y las acciones.
Si alguien nos cierra la puerta en la cara, acordémonos de Ezequiel. En su trabajo tendría: al Espíritu de Dios con él, la fuerza que lo ayudaría a andar en verdad; un rollo de libro que debía comer, la Palabra de Dios que lo haría hablar verdad; un corazón confiado que anda por fe.
Aunque se halle entre zarzas, espinos y escorpiones no debería temer, sino confiar en Dios (v. 6Y tú, hijo de hombre, no les temas, ni tengas miedo de sus palabras, aunque te hallas entre zarzas y espinos, y moras con escorpiones; no tengas miedo de sus palabras, ni temas delante de ellos, porque son casa rebelde.) y cumplir su comisión.
Que esto sirva para nosotros que tenemos mejor mensaje en tiempos igualmente peligrosos (2 Ti. 3:1También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos).