ES una carta personal de Pablo a Filemón, miembro de la iglesia en Colosas. En ella aboga por un esclavo prófugo que huyó a Roma. Onésimo, esclavo de Filemón, llegó a conocer a Pablo y por medio de él aceptó a Cristo como Señor y Salvador. Pablo quería retenerle, pero sabía que era propiedad de otro, así que lo devuelve a su amo aceptando hacerse cargo de sus deudas y suplicando clemencia ante el cruel castigo que la ley romana imponía a cualquier esclavo que huía de su dueño.
Observemos la cortesía y el tacto en esta carta. Nuestra correspondencia también puede ser un ministerio para Dios. Usemos nuestras cartas para testificar de la gracia de Dios y para edificar a nuestros parientes y amigos en su fe. La ventaja de una carta sobre una conversación es que se puede leer una y otra vez.
En vez de un bosquejo ofrecemos una comparación con el Libro de Rut. En cada uno de estos libros hay:
Una persona necesitada: Rut–Onésimo
Una persona rica: Booz–Filemón
Una persona que une a estas dos: Noemí–Pablo
La historia que vibra en esta carta es bella ilustración del perdón y la aceptación del pecador, ambas cosas obtenidas por los méritos y la intercesión de Cristo.