La iglesia en Tesalónica seguía padeciendo persecución, pero seguía adelante. Su fe crecía y su amor abundaba (vs. 3,43Debemos siempre dar gracias a Dios por vosotros, hermanos, como es digno, por cuanto vuestra fe va creciendo, y el amor de todos y cada uno de vosotros abunda para con los demás; 4tanto, que nosotros mismos nos gloriamos de vosotros en las iglesias de Dios, por vuestra paciencia y fe en todas vuestras persecuciones y tribulaciones que soportáis.), pero no se menciona su esperanza. No entendieron la enseñanza de la primera epístola y creían que sus pruebas eran la gran tribulación.
El apóstol vuelve a escribir para mostrarles que sus tribulaciones eran las normales, pero el Señor vendría a pagar con tribulación a los que los atribulaban (vs. 6,106Porque es justo delante de Dios pagar con tribulación a los que os atribulan, 10cuando venga en aquel día para ser glorificado en sus santos y ser admirado en todos los que creyeron (por cuanto nuestro testimonio ha sido creído entre vosotros).). Dios no dejará sin castigo a los que no le reconocen como Dios y no obedecen al evangelio. Hay una solemne descripción del destino del impío: será excluido de la presencia del Señor y de la gloria de su poder.
Demos gracias que nuestra suerte es todo lo contrario: gozamos su presencia y la gloria de su poder.
Como parte del despliegue de la gloria de Dios leemos que será glorificado en sus santos y admirado en todos los que creyeron. ¡Qué cambio de opinión tendrá que sufrir el mundo acostumbrado a menospreciar al creyente! Causará admiración a todo lo creado lo que la gracia de Dios ha hecho con los creyentes.