Pablo se había propuesto visitar Jerusalén y de allí partir a Roma (19:21Pasadas estas cosas, Pablo se propuso en espíritu ir a Jerusalén, después de recorrer Macedonia y Acaya, diciendo: Después que haya estado allí, me será necesario ver también a Roma. ). El Espíritu Santo confirma este deseo, pero le manifiesta que sería su último viaje (20:25Y ahora, he aquí, yo sé que ninguno de todos vosotros, entre quienes he pasado predicando el reino de Dios, verá más mi rostro. 26Por tanto, yo os protesto en el día de hoy, que estoy limpio de la sangre de todos).
Notemos algunas cosas particulares de estas despedidas:
1. Exhortación abundante basada en la Palabra de Dios y acompañada del abrazo de la amistad (v. 1Después que cesó el alboroto, llamó Pablo a los discípulos, y habiéndolos exhortado y abrazado, se despidió y salió para ir a Macedonia.).
2. Enseñanza intensiva (v. 7ACTS 20:7). Pablo sabía que tenía mucho que enseñarles y la iglesia sabía que tenía mucho que aprender. Por esto se quedaron largas horas escuchando al siervo de Dios.
3. Ejemplo práctico (v. 10Entonces descendió Pablo y se echó sobre él, y abrazándole, dijo: No os alarméis, pues está vivo. ). Frente a una necesidad, Pablo suspende su enseñanza y desciende para levantar a Eutico. Este accidente no le hace parar sino que sigue hablando e instruyendo (v. 11Después de haber subido, y partido el pan y comido, habló largamente hasta el alba; y así salió.).
La lección que pudiéramos aprender está enfocada a la visitación de iglesias y a compartir nuestros dones. ¿Lo hacemos con el mismo sentido de responsabilidad? ¿Buscamos entregar a nuestros oyentes “completos” al Señor? ¿Compartimos lo que tenemos sin egoísmo? Pensemos en esto.