En la segunda parte del capítulo sigue el tema de conducta, pero aquí el enfoque es hacia los hijitos, es decir, los tiernos en la fe a quienes quiere ver creciendo y permaneciendo en Cristo y en lo que han aprendido. Ante ellos hay tres cosas:
1. Un peligro: anticristos. Estos salen de la misma iglesia, pero no permanecen en la comunión descrita en el primer capítulo, sino que se apartan de los creyentes como lo hizo Judas (Jn. 13:30). Otra característica es que niegan al Padre y al Hijo. Está claro el asunto: el que niega a una persona niega a la otra. Hay muchos hoy que niegan la existencia eterna y la deidad del Hijo.
2. Una provisión ante el peligro:
a) El Espíritu Santo que mora en nosotros (vs. 20,27). Tomemos nota que son los hijitos y no sólo los jóvenes o los padres, los que tienen la unción del Espíritu Santo.
b) La Palabra que permanece en nosotros (v. 24).
3. Un porvenir: su venida (v. 28). Si advertidos del peligro echamos mano de la provisión divina y permanecemos en él, tendremos confianza y no vergüenza en su venida.