Sigue el anciano aconsejando al niño en la fe. Pide que cuide:
1. El control de mis apetitos. Hay muchas cosas que son de hecho reconocidas como malas. Pedro las lista por nombre: malicia, engaño, hipocresía, envidias; hay otras que sólo son malas porque destruyen o merman nuestro apetito por la palabra de Dios; a éstas las llama el apóstol: detracciones (v. 1Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones). Son como las golosinas: antes de la comida quitan el apetito; después de comer, el dulce del postre suministra las calorías que el niño necesita. Muchas cosas son así: puestas antes de las cosas de Dios son perjudiciales para nuestro desarrollo, aunque en su lugar son buenas y necesarias.
2. El patrón de mi crecimiento. Acercarme a Cristo trae como una consecuencia el acercarme y trabajar con mis hermanos. Dios no hace una "casa espiritual" con dos piedras: él y yo; sino con muchas piedras: él, mis hermanos y yo. Muchos dejan de crecer porque no quieren considerarse como casa, sacerdocio, nación, etc. Es difícil trabajar hombro a hombro, rodilla a rodilla, con mi hermano, pero es necesario para crecer como Dios quiere.