SEPTIEMBRE 22

2 Reyes 19:1-37Ir a la Biblia en línea (sitio externo)

LA ORACIÓN DE EZEQUÍAS

Esta hermosa oración (vs. 15-1915Y oró Ezequías delante de Jehová, diciendo: Jehová Dios de Israel, que moras entre los querubines, sólo tú eres Dios de todos los reinos de la tierra; tú hiciste el cielo y la tierra. 16Inclina, oh Jehová, tu oído, y oye; abre, oh Jehová, tus ojos, y mira; y oye las palabras de Senaquerib, que ha enviado a blasfemar al Dios viviente. 17Es verdad, oh Jehová, que los reyes de Asiria han destruido las naciones y sus tierras; 18y que echaron al fuego a sus dioses, por cuanto ellos no eran dioses, sino obra de manos de hombres, madera o piedra, y por eso los destruyeron. 19Ahora, pues, oh Jehová Dios nuestro, sálvanos, te ruego, de su mano, para que sepan todos los reinos de la tierra que sólo tú, Jehová, eres Dios.), como toda oración verdadera, nace de dos fuentes:

1. Conciencia de debilidad ante las amenazas de un enemigo fuerte.

2. Conocimiento del poder y las promesas de Dios. El que oye: “Así ha dicho Jehová” (vs. 6,7 6E Isaías les respondió: Así diréis a vuestro señor: Así ha dicho Jehová: No temas por las palabras que has oído, con las cuales me han blasfemado los siervos del rey de Asiria. 7He aquí pondré yo en él un espíritu, y oirá rumor, y volverá a su tierra; y haré que en su tierra caiga a espada.), no temerá las amenazas del hombre.

En su oración, Ezequías reconoce la supremacía de Dios: “Sólo tú, Jehová, eres Dios” (v. 19Ahora, pues, oh Jehová Dios nuestro, sálvanos, te ruego, de su mano, para que sepan todos los reinos de la tierra que sólo tú, Jehová, eres Dios.); la omnisciencia de Dios que oye y mira todo lo que le acontece a su pueblo; la omnipotencia de Dios que puede socorrer a los suyos. Los que no eran dioses, sino obra de manos de hombre (de madera y de piedra) no pudieron ayudar a quienes confiaban en ellos.

Ezequías pide una victoria para que todos sepan que sólo Jehová es Dios. Dios contesta esta oración destruyendo a un ejército de ciento ochenta y cinco mil hombres.

La oración es más poderosa que un gran ejército, pero debemos usarla, no para gratificar nuestros deseos, sino para la gloria de Dios. La respuesta a la oración de Ezequías termina así: “Yo ampararé esta ciudad... por amor a mí mismo, y por amor a David mi siervo” (v. 34Porque yo ampararé esta ciudad para salvarla, por amor a mí mismo, y por amor a David mi siervo.).

“El Sembrador”
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