Balac, rey de Moab, se da cuenta que un pueblo que confía en Dios es invencible, así que no usa armas convencionales sino que lleva la batalla a la esfera espiritual.
Cuando los mensajeros de Balac llegan a la casa de Balaam allí está Dios con un mensaje categórico: “No vayas con ellos, ni maldigas al pueblo, porque bendito es” (v. 12Entonces dijo Dios a Balaam: No vayas con ellos, ni maldigas al pueblo, porque bendito es.).
Una segunda delegación, más honorable, consigue que Balaam vuelva a buscar palabra de Dios para saber qué hacer. Se sabe muy poco de Balaam en cuanto a su origen o su llamado profético, pero son muy importantes las lecciones que nos puede enseñar.
Aprendamos hoy que Dios no cambia. Si nos prohíbe algo, hacemos mal en volver a pedir su dirección para hacer algo contrario a su voluntad que ya conocemos. Existe el peligro que nos dé permiso, pero acompañado de pesares que nos convendría evitar. Aprendamos a someternos a la Palabra de Dios y así no prosperarán las asechanzas del diablo en contra de nosotros.