Esta frase se repite siete veces en este capítulo. Es el día de victoria para Jerusalén, sitiada por enemigos, pero defendida por Jehová. Más importante que la victoria sobre las naciones es el cambio en el corazón del pueblo escogido. Bajo la influencia de un espíritu de gracia y oración mirarán a quien traspasaron, afligiéndose por él (v. 10Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito.).
Esta es una promesa mesiánica. Vemos su cumplimiento en el Nuevo Testamento: “Mirarán al que traspasaron” (Jn. 19:37Y también otra Escritura dice: Mirarán al que traspasaron). Es importante notar que el Espíritu Santo no cita todo el versículo en los evangelios ya que los efectos de mirar no ocurrieron entonces.
En la primera venida una lanza traspasó su costado; en la segunda habrá lágrimas de arrepentimiento por haber hecho tal cosa. Se repetirá lo que le ocurrió a Saulo de Tarso en el camino a Damasco. Él describe esta experiencia como el alumbramiento de un abortivo (1 Co. 15:8y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí), uno nacido prematuramente. Así, Pablo es arras de que toda la nación reconocerá a su Mesías, lamentando el pecado terrible de haber traspasado a su Rey que tanto los amó.