Habiendo presentado a Cristo como la voz de Dios para hoy y habiendo demostrado que es “tanto superior a los ángeles” (1:4hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos.), procede a su primera advertencia: Debemos atender con diligencia a lo que nos habla el Hijo. Esto se respalda con el comentario que, si nadie escapó del castigo al desobedecer la voz de Dios dada por los ángeles, ¿quién escapará si desobedece cuando habla por el Hijo?
Antes de dejar el tema de los ángeles los compara con el hombre citando el Salmo 8Ir a la Biblia en línea (sitio externo). Las palabras que siguen a la cita son un hermoso comentario del salmo. Ciertamente vemos hoy la autoridad del hombre sobre animales y naturaleza pero, ¿dónde está su corona de gloria y honor? No la vemos en la sien del mortal sino en la de Cristo que fue hecho semejante al hombre para gustar la muerte, librar al hombre del pecado y ganar la corona que el hombre jamás pudo ceñir.
Termina el tema de los ángeles marcando que, aunque había quienes estaban en condenación por su rebeldía, no fue para éstos el socorro sino para “la descendencia de Abraham” (v. 16Porque ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de Abraham.; Ro. 4:16Por tanto, es por fe, para que sea por gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda su descendencia; no solamente para la que es de la ley, sino también para la que es de la fe de Abraham, el cual es padre de todos nosotros).