En el relato de la pasión, el encuentro entre Cristo y Herodes es otro dato particular de este evangelista. ¿Qué aprendemos aquí? Dios no ve las apariencias, que en el caso de Herodes fueron estas (v. 8Herodes, viendo a Jesús, se alegró mucho, porque hacía tiempo que deseaba verle; porque había oído muchas cosas acerca de él, y esperaba verle hacer alguna señal.):
a) Había oído de Cristo. Excelentes antecedentes.
b) Esperaba ver alguna señal. Encomiable anhelo.
c) Deseaba ver a Jesús. No hay mejor deseo que éste.
d) Se alegró al verle. ¿Sería contestación a sus deseos?
Aquí comenzamos a ver diferencias entre este incidente y otros parecidos. En el caso de Zaqueo, el Señor se detiene a conversar con él. Frente a Herodes sólo hay silencio. ¿Por qué? ¿Recordaría el Señor la muerte de Juan el Bautista? No nos parece que sea ésta la razón. El silencio no es castigo: es resultado de la falta de fe. Herodes buscaba diversión. En su corazón no había arrepentimiento, no veía en Cristo a su Señor sino a un súbdito que debería complacerle. Por eso guardó silencio el Señor y lo guardará ante usted si su actitud es semejante a la del monarca. ¡Cuidémonos de tales actitudes!