Esta parte está llena de enseñanzas del Señor. Habla a sus discípulos y amigos (vs. 1,41En esto, juntándose por millares la multitud, tanto que unos a otros se atropellaban, comenzó a decir a sus discípulos, primeramente: Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía. 4Mas os digo, amigos míos: No temáis a los que matan el cuerpo, y después nada más pueden hacer.; Jn. 15:14Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando) y les enseña:
1. Guardaos de la hipocresía y de la avaricia (vs. 1,151En esto, juntándose por millares la multitud, tanto que unos a otros se atropellaban, comenzó a decir a sus discípulos, primeramente: Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía. 15Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee). No debemos exaltar cualidades que no son nuestras ni tener apetito desmedido por las riquezas (Fil. 2:3,43Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; 4no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros.).
2. Temed al que “tiene poder de echar en el infierno” (vs. 4,5 4Mas os digo, amigos míos: No temáis a los que matan el cuerpo, y después nada más pueden hacer. 5Pero os enseñaré a quién debéis temer: Temed a aquel que después de haber quitado la vida, tiene poder de echar en el infierno; sí, os digo, a éste temed.). Este temor no es por nuestras almas porque Satanás no nos puede hacer nada (1 Jn. 5:18Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca.). Es temer que Satanás envíe almas al infierno por nuestra negligencia.
3. Es necesario confesar que somos de Cristo (v. 8Os digo que todo aquel que me confesare delante de los hombres, también el Hijo del Hombre le confesará delante de los ángeles de Dios). Esta confesión es como la que hizo Pedro (Mt. 16:16Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente). No debemos avergonzarnos de Cristo (Ro. 10:9-11 9que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. 10Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. 11Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado).
4. No debemos preocuparnos, porque el Espíritu nos enseñará (vs. 11,1211Cuando os trajeren a las sinagogas, y ante los magistrados y las autoridades, no os preocupéis por cómo o qué habréis de responder, o qué habréis de decir; 12porque el Espíritu Santo os enseñará en la misma hora lo que debáis decir.). Esta promesa hermosa es nuestra porque tenemos al Espíritu (Ef. 1:13,1413En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, 14que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria.).
5. No os afanéis (vs. 26-2926Pues si no podéis ni aun lo que es menos, ¿por qué os afanáis por lo demás? 27Considerad los lirios, cómo crecen; no trabajan, ni hilan; mas os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió como uno de ellos. 28Y si así viste Dios la hierba que hoy está en el campo, y mañana es echada al horno, ¿cuánto más a vosotros, hombres de poca fe? 29Vosotros, pues, no os preocupéis por lo que habéis de comer, ni por lo que habéis de beber, ni estéis en ansiosa inquietud.). Mi preocupación no debe ser cómo vivo o cómo ando entre los hombres, sino qué hago con mi cuerpo y con mi vida y cómo he de presentarme ante Dios. Por eso he de buscar primero el reino de Dios y esperar que lo demás me sea añadido.
Si somos amigos del Señor hagamos lo que él manda (Jn. 15:14Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando).