Tres veces encontramos estas palabras:
1. “A los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien” (v. 28Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. ).
Jacob dudaba de esto ya que una vez dijo exactamente lo contrario (Gn. 42:36Entonces su padre Jacob les dijo: Me habéis privado de mis hijos; José no parece, ni Simeón tampoco, y a Benjamín le llevaréis; contra mí son todas estas cosas.), pero la vida de su hijo, José, es una de las mejores demostraciones de esta verdad. ¿En qué consiste el “bien” en este versículo? En primer lugar es el ser “hechos conformes a la imagen de su Hijo” (v. 29Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.). Para esto fuimos conocidos, predestinados, llamados, justificados y glorificados. Lo último aún no ocurre, pero es tan seguro que se describe con un verbo en tiempo pasado. Estas son cinco afirmaciones irrebatibles.
2. Con Cristo, todas las cosas nos son dadas (v. 32El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? ).
Esta sección describe el presente, después de ser llamados y antes de ser glorificados. ¿Nos podemos perder? ¡No! Esta seguridad se apoya en cinco preguntas retóricas. ¡Búsquelas! Al ¿“Quién...”? y al ¿“Cómo”? no se da respuesta. Pero tenemos que responder: ¡Nadie! o ¡Ciertamente sí!
3. En todas las cosas somos más que vencedores (v. 37Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.).
Nada, ni nadie, ni siquiera mi torpeza o debilidad podrá separarme del amor de Dios que es en Cristo Jesús. ¡Bendito sea Dios!