Rut aceptó un trabajo humilde para el sostén propio y de su suegra, y Dios la guió a los campos de Booz, hombre rico y poderoso, capaz de ayudar al necesitado; figura hermosa de nuestro Señor.

Este hombre practicaba la ley de Dios en la siega de sus campos (Dt. 24:19-21). ¿Nos preocupa el bienestar de viudas, huérfanos y extranjeros que nos rodean? (Lc. 14:13; Gá. 2:10).

Si los patrones saludaran a sus empleados diciendo: “Jehová sea con vosotros” y éstos contestaran: “Jehová te bendiga”  (v. 4), habría menos conflictos laborales.

Booz le dice a Rut: “No vayas a espigar a otro campo” (v. 8). Hay hambre, debilidad e ignorancia en la iglesia porque los creyentes se pasan la semana espigando en otros campos. Pasan más tiempo con periódicos, revistas, cine, radio, televisión y videos y mandando y recibiendo mensajes por celulares, que con las Escrituras. Encuentran tiempo abundante para entretenimientos, pero poco o nada para la lectura y estudio de la Biblia.

“¿Dónde has espigado hoy?” (v. 19). ¿Cómo responderíamos si Dios nos hiciera esta pregunta cada noche?

Notemos que Rut desgranó lo recogido. Dejó la paja y llevó el grano a casa. Hay quienes dejan el grano en las reuniones y llevan a casa la paja de la crítica y los chismes. 

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