"Me gustan los contrastes
y me deleito al ver,
en pasajes como Isaías 40,
que el tierno brazo del Pastor
en el verso 11 es el mismo
brazo poderoso del Creador
y Sustentador del universo
en el verso 12.
El nunca desmaya,
nunca se cansa,
por eso esperamos en él."

 

"La gente no nos teme
a nosotros, pero sí al clero;
mas el Señor
está con nosotros
y hemos probado
que de él viene
el oportuno socorro"

 

Entre el torrente de palabras
reconocí "pistola"
y el verbo "matar".
Les deseamos
"Buenas tardes"
y nos alejamos de ellos.
Pronto notamos
que tenían pistolas
y que nos seguían.

 

"Nunca me sentí tan cerca de la muerte y del cielo como en esa choza, con sólo carrizo y lodo entre nosotros y las armas."

 

"...Sigan pidiendo que nuestras vidas sirvan para traer gloria al Señor y para que muchos mexicanos escuchen y crean las Buenas Noticias que queremos comunicarles."

 

Habiendo partido de Liverpool, Inglaterra,  el 15 de abril de 1891, en el buque Germanic, con su esposa Emma y su hija Elgie, don Eglón Harris nos da en ésta, las primeras impresiones de su patria adoptiva.

 Tehuacán de las Granadas, Edo. de Puebla. 2 de julio de 1891

Habrán oído de nuestro arribo aquí el 8 de mayo. Llegamos a Veracruz el día 7 y pasamos la aduana muy bien, así nos lo dijeron. No lo creo porque nos costó $80.00; pero teniendo conocimiento de las experiencias de otros en este puerto, pienso que tenemos motivo para dar gracias a Dios.

Al día siguiente tomamos el tren, saliendo de Veracruz a las 6 de la mañana llegando a Esperanza a la 1 de la tarde. Subimos del nivel del mar a una altitud de 2,100 mts. Pasamos por vegetación muy variada: plátanos, café, caña de azúcar, naranjos, etc. Sufrimos calor increíble para luego llegar a lugares donde era necesario usar abrigo. Dicen que estos 208 kilómetros no tienen rival en cuanto a variedad y magnificencia en ningún ferrocarril en el mundo. Me inclino a aceptar esa opinión. Me gustan los contrastes y me deleito al ver, en pasajes como Isaías 40, que el tierno brazo del Pastor en el verso 11 es el mismo brazo poderoso del Creador y Sustentador del universo en el verso 12. El nunca desmaya, nunca se cansa, por eso esperamos en él.

A veces el tren tomaba una curva en un borde donde apenas cabía la vía; por un lado el abismo espantoso y por el otro una torre de escarpadas peñas. Salíamos de la oscuridad de un túnel para deleitar la vista con una cascada espléndida o contemplar la montaña cubierta de nieve que se eleva 5,100 mts. sobre el nivel del mar.

Nos recibió el Sr. Bright con una carreta jalada por mulas. El viaje a Tehuacán fue de descenso llegando a regiones más cálidas. Aquí estamos a 1600 mts. sobre el nivel del mar y tardamos un par de semanas para acostumbrarnos a la atmósfera, ya que parecía no haber suficiente aire para llenar nuestros pulmones. Nos alegra poder escribir de la ayuda de nuestro Dios que nos ha dado buena salud y que hemos pasado por el proceso de aclimatación.

Lamento decir que a pesar del esfuerzo y gasto de poner la casa en orden para celebrar reuniones, el dueño de la casa ha caído bajo la influencia del sacerdote y nos da hasta el fin del mes para desalojarla. Tenemos un margen de dos semanas y aún no encontramos alojamiento de ninguna clase. La gente no nos teme a nosotros, pero sí al clero; mas el Señor está con nosotros y hemos probado que de él viene el oportuno socorro.

El domingo pasado, el hermano Stranger y yo apenas escapamos con vida. Repartíamos folletos en la orilla de la ciudad. Vimos unos hombres en esquinas opuestas de un crucero así que nos separamos. Habiendo dado una hoja a cada uno con algunas palabras sencillas, nos volvimos a juntar y seguimos por la vereda. Uno de los hombres gritó y pensando que deseaba otro folleto regresé donde estaba y le ofrecí uno.

Pronto se hizo evidente que buscaba hacer daño. Me quitó el folleto y recogió de los demás lo que habíamos repartido, los hizo pedazos y los pisoteó. Entre el torrente de palabras reconocí "pistola" y el verbo "matar". Les deseamos "Buenas tardes" y nos alejamos de ellos. Pronto notamos que tenían pistolas y que nos seguían. Se encontraban entre nosotros y la ciudad, en frente había montañas, así que estábamos en una situación comprometida. No teníamos armas y no sabíamos qué hacer. Levantamos los ojos hacia Aquel que mora más alto que las montañas que podíamos ver. El Señor nos ayudaría.

Nuestras piernas nos permitieron mantenernos a distancia de nuestros perseguidores y nuestros movimientos nos permitieron evadir los balazos. En la providencia de Dios llegamos a la choza de una mujer indígena. Le pedimos agua, le contamos de nuestro peligro y ella amablemente nos invitó a entrar. Pronto llegaron los hombres y rodearon la casa. La mujer, como Rahab, dijo que ya no nos encontrábamos con ella. No sabíamos qué hacer con esta mentira porque si nos presentábamos la hubieran matado a ella también. Confiamos que pronto habrá oportunidad de volver a visitarla y hablarle del refugio que hay para ella en nuestro Salvador.

Nunca me sentí tan cerca de la muerte y del cielo como en esa choza, con sólo carrizo y lodo entre nosotros y las armas. Levantamos la vista al cielo y las promesas de nuestro Maestro se vieron confirmadas. "He aquí estoy con vosotros siempre"; "No te dejaré ni te desampararé"; "Ningún arma forjada contra ti prosperará"; "Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo".

No relataré el regreso durante la noche por las montañas. Vimos a hombres que nos asechaban, pero el Señor no permitió que nos vieran. Sabemos que han orado por nosotros y ahora, al dar gracias por la protección de Dios, sigan pidiendo que nuestras vidas sirvan para traer gloria al Señor y para que muchos mexicanos escuchen y crean las Buenas Noticias que queremos comunicarles.

Cuando estemos instalados en otra casa, si el Señor lo permite, buscaremos la dirección del Señor para visitar pueblos más distantes. Oren por nosotros.