QUÉ diferencia, ¡qué tremenda diferencia hace la presencia del Espíritu Santo en la vida de un ser humano!, pues Dios lo envía a todo aquel que se lo pida (Lucas 11:13Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?) con el propósito de ayudarlo en su debilidad.
Pero, ¿hay algún requisito, puesto por Dios, para recibirlo? ¿Hay algo a que debo comprometerme cuando lo reciba? Ciertamente lo hay, pues de otra manera, todos lo tendrían y no se verían debilidades en carácter, capacidad de decisión o habilidades de comunicación, que conllevan a diferencias, que desembocan en contiendas que terminan en violencia y hasta muerte. ¡Ciertamente viviríamos en un mundo diferente si todos tuviéramos y aceptáramos la ayuda que Dios desea brindarnos a través del Espíritu Santo!
Las respuestas a las dos preguntas anteriores, son puntos importantes que deseamos tocar en este artículo sobre el Espíritu Santo, al continuar nuestra serie: Conociendo al Espíritu Santo.
Pero antes de ello, hemos de pensar en otra pregunta: ¿Por qué necesito yo de su ayuda?