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SEMBRADOR No. 769 - Página 1

 

1 de Octubre de 2009 | Año 116                                       Descargar versión PDF


Dios, Creador del universo y  poseedor de la capacidad de comunicarse con sus criaturas, nos ha conferido el don de la comunicación al formar al hombre a su imagen y semejanza.

A través de los siglos ha usado muchos medios para hacer llegar su mensaje a la raza humana.

Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo (Hebreos 1:1,2).

La creación misma tiene el mensaje más claro de su poder y su deidad, y deja al hombre sin excusa (Romanos 1:20), pues todo lo que ve, todo lo que siente y todo lo que es capaz de hacer, tiene su origen en Dios, si tan sólo lo quisiera ver. Pero muchos hacen a un lado esta información (Salmo 14:1), y a éstos, Dios los llama necios.

La historia de los pueblos manifiesta en forma clara que la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad (Romanos 1:18). Toda nación que se ha entregado a conductas que Dios sanciona en sus leyes y por medio de la conciencia, ha entrado en decadencia y desaparecido. La crisis que hoy viven las grandes potencias mundiales tiene su origen en el

desafío que el hombre hace a su Creador y en cómo ignora la voz de su conciencia.

Todo hombre se ha infatuado (Jeremías 51:17), dice Dios, porque vive para las obras de sus manos; ya no son figuras de piedra y madera, sino artefactos e instrumentos, productos de la tecnología, que han puesto a su alcance todo tipo de diversiones y de entretenimientos que lo alejan aún más de su Creador.

La indestructibilidad de la nación hebrea o israelí, manifiesta, a través de milenios, lo grande de la misericordia de Dios para con los que ha llamado su pueblo, y su fidelidad en el cumplimiento de sus promesas.

Las doctrinas y filosofías de hoy ignoran el factor pecado y culpan a Dios de toda atrocidad y desastre que acontece. Pero Dios llama soberbio a todo aquel que no se postra ante él buscando su misericordia, y declara: La altivez del hombre será abatida, y la soberbia de los hombres será humillada (Isaías 2:17), porque, ¿quién es el hombre para demandar algo del Omnipotente o argumentar con su Creador como si fuese su igual?

Pero la voz más clara de Dios y con un mensaje inequívoco y amplio es Cristo, su Hijo, quien fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación (Romanos 4:25).

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