Dios, Creador
del universo y poseedor de la capacidad de comunicarse con sus
criaturas, nos ha conferido el don de la comunicación al formar al
hombre a su imagen y semejanza.
A través de los siglos ha usado muchos medios para hacer llegar su
mensaje a la raza humana.
Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo (Hebreos 1:1,2).
La creación
misma tiene el mensaje más claro de su poder y su deidad, y deja al
hombre sin excusa (Romanos 1:20), pues todo lo que ve, todo lo que
siente y todo lo que es capaz de hacer, tiene su origen en Dios, si
tan sólo lo quisiera ver. Pero muchos hacen a un lado esta
información (Salmo 14:1), y a éstos, Dios los llama necios.
La historia
de los pueblos manifiesta en forma clara que la ira de Dios
se revela desde el cielo contra toda impiedad (Romanos 1:18).
Toda nación que se ha entregado a conductas que Dios sanciona en sus
leyes y por medio de la conciencia, ha entrado en decadencia y
desaparecido. La crisis que hoy viven las grandes potencias
mundiales tiene su origen en el
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desafío que el hombre hace
a su Creador y en cómo ignora la voz de su conciencia.
Todo hombre se ha
infatuado (Jeremías 51:17), dice Dios, porque vive para las obras de sus
manos; ya no son figuras de piedra y madera, sino artefactos e instrumentos,
productos de la tecnología, que han puesto a su alcance todo tipo de diversiones
y de entretenimientos que lo alejan aún más de su Creador.
La indestructibilidad
de la nación hebrea o israelí, manifiesta, a través de milenios, lo grande
de la misericordia de Dios para con los que ha llamado su pueblo, y su fidelidad
en el cumplimiento de sus promesas.
Las doctrinas y filosofías
de hoy ignoran el factor pecado y culpan a Dios de toda atrocidad
y desastre que acontece. Pero Dios llama soberbio a todo aquel que no se postra
ante él buscando su misericordia, y declara: La altivez del hombre será
abatida, y la soberbia de los hombres será humillada (Isaías 2:17), porque,
¿quién es el hombre para demandar algo del Omnipotente o argumentar con su
Creador como si fuese su igual?
Pero la voz más clara de
Dios y con un mensaje inequívoco y amplio es Cristo, su Hijo, quien
fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra
justificación (Romanos 4:25). |