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SEMBRADOR No. 766 - Página 2

 

1 de Enero de 2009 | Año 115                                            Descargar versión PDF


La respuesta es: ¡SÍ! Y el fundamento estable y seguro para la fe: ¡ES CRISTO!

              FE Y PROMESA             

Primero, es bueno verificar que Dios mismo es quien señala lo importante de la fe y lo indispensable que es para que nosotros seamos objeto de sus promesas:

Por tanto, es por fe, para que sea por gracia, a fin de que la promesa sea firme (Romanos 4:16).

¡Qué acertado es esto! Todo aquel que desea acercarse a Dios no necesita hacer algo o traer algo en sus manos, pues no es por obras que se ganará el favor de Dios. Si esto fuera así, nadie podría cumplir con lo mínimo necesario para entrar a la presencia de un Dios que es fuego consumidor, que no tolera el pecado y que ve nuestras justicias, es decir, lo mejor que podamos presentarle, como trapo de inmundicia (Isaías 64:6).

Algunos proponen que Dios no ve en sí el sacrificio, la ofrenda o el voto que presentamos, sino la sinceridad del deseo y el fervor con que se cumple el ofrecimiento. Quienes esto dicen, no están lejos de la verdad, pero, por estar tan cerca, se mantienen lejos de ella. Dios ve el corazón, muy cierto, pero no busca sinceridad ni fervor  ni  promesas  hechas  por  un  mortal

que no tiene, en sí mismo, con qué respaldarlas. Dios busca fe, pero fe puesta en Cristo, como el único camino que lleva al Padre (Juan 14:6); el único mediador entre Dios y los hombres (1 Timoteo 2:5); el único nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos (Hechos 4:12).

Como AUTOR de nuestra fe, esto es lo que forma su base sólida y eterna (1 Corintios 15:17):

» Su nacimiento de una virgen (Gálatas 4:4,5).

» Las maravillas, prodigios y señales que hizo al andar en nuestro mundo (Hechos 2:22).

» El ser obediente hasta la muerte, y muerte de cruz (Filipenses 2:8); el ofrecerse a sí mismo sin mancha a Dios (Hebreos 9:14).

» El resucitar al tercer día, conforme a las Escrituras, siendo declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos (1 Corintios 15:3; Romanos 1:4).

Buscar otro Camino u otro Mediador, es rechazar la gracia de Dios; y, ¿puede esperar misericordia quien esto hace? Pensar que sí, es el error que venda los ojos de muchos y les impide ponerlos en Jesús, el autor y consumador de la fe (Hebreos 12:2).

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