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ESTUDIOS BÍBLICOS - Página 2

 

1 de Julio de 2009 | Número 83                                         Descargar versión PDF


INVESTIGACIÓN DEL TEMA

El señorío de Cristo, como tema, no es algo que se estudia a menudo. Se reconoce a Cristo como Señor, sí, pero esto, ¿qué significa?, ¿se está consciente de las muchas promesas que no serán cumplidas hasta que Cristo sea reconocido como Señor y se le obedezca en forma total?

Busquemos el verbo obedecer.

En los Evangelios, leemos que los hombres se admiraron porque  los vientos y el mar (Mt. 8:27) y los espíritus inmundos (Mr. 1:27) obedecían al Señor. Esto nos habla de su señorío en la creación y sobre las huestes de Satanás.

Con relación a su oferta de salvación leemos que el Espíritu Santo lo da Dios a los que le obedecen (Hch. 5:32) y que la salvación eterna es para todos los que le obedecen (Heb. 5:9), dos promesas que algunos quisieran gozar sin necesidad de obedecer.

Se afirma que somos esclavos de aquel a quien obedecemos (Ro. 6:16), que sólo hay DOS señores y que no podemos servir en forma alternante a los dos (Mt. 6:24; Lc. 16:13). Esta ley la establece Dios, y nadie puede escapar de ella.

Finalmente, tengamos presente que fuimos elegidos… para obedecer (1 P. 1:2), pues el señorío de Cristo abarca a todos los que forman su cuerpo, que es la iglesia.

PRESENTACIÓN DEL TEMA

Es necesario revisar qué es lo que presentamos como el evangelio de Cristo. No sólo son ofertas, que es lo que con mayor frecuencia se anuncia, principalmente son verdades que se deben creer y obedecer para así recibir lo que Dios ofrece.

Se debe hablar de obediencia a la fe (Hch. 6:7; Ro. 1:5); al evangelio (2 Co. 9:13); a Cristo (2 Co. 10:5); a la verdad (1 P. 1:22) y sobre todo, se debe presentar a Cristo como Señor.

Un SEÑOR en quien
CREER


Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo    (Hechos 16:31). 

Para muchos, el dilema es el mismo que el del carcelero, quien preguntó: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? (Hch. 16:30).

Las religiones de ayer y de hoy se esmeran en enseñar lo que se debe hacer, pero la voz de Dios (como deben hacer aquellos que hablan en su nombre) pone en claro que no es hacer, sino creer.

Pero tampoco hay que quedarnos sólo con el verbo que indica acción, porque surgirá otro error. Muchos que aceptan que se debe usar la fe, preguntan: ¿Qué debo creer?, cuando lo importante es enseñarles en quien deben creer.

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