Para entender más de este tema, primero pensemos en:
LA SOBERANÍA DE DIOS
Iniciamos con este
atributo, porque es necesario entender la siguiente afirmación:
...Y
tendré misericordia del que tendré misericordia, y seré clemente
para con el que seré clemente (Éxodo 33:19)
Esta
afirmación, en boca de un humano, denotaría capricho, pero, como es
una declaración de Dios, nos dice que, como soberano, es él, y sólo
él, quien toma las decisiones; y su decisión es que tendrá
misericordia, sólo de los que:
1. Se
acercan a él con plena certidumbre de fe, pues, sin fe es
imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a
Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan
(Hebreos 11:6).
2. Lo
buscan en primer lugar, no como último recurso. Esta es la
invitación: Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la
gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno
socorro (Hebreos 4:16). El socorro oportuno se busca antes de
caer, no después de la derrota. |
3. Los que
aceptan su soberanía y se entregan a él de todo corazón.
Este es el testimonio del apóstol Pablo: Por esto fui
recibido a misericordia, para que Jesucristo mostrase en mí el
primero toda su clemencia, para ejemplo de los que habrían de creer
en él para vida eterna (1 Timoteo 1:16).
Pasemos a otro
de sus atributos que es necesario entender, juntamente con el de la
misericordia:
LA SOBERANÍA DE DIOS
El mismo Señor
Jesucristo le recordó al tentador: Escrito está también: No
tentarás al Señor tu Dios (Mateo 4:7). Por esto leemos:
Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; la severidad ciertamente para con los que cayeron, pero la bondad para contigo, si permaneces en esa bondad (Romanos 11:22).
Por decirlo de
otra manera: No podemos ser un día una cosa y otro día, otra.
Permanecer en su bondad es serle fieles y leales. |