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SEMBRADOR No. 762 - Página 2

 

1 de Enero de 2008 | Año 114                                            Descargar versión PDF


            LA IRA DE DIOS         

Es de tomarse en cuenta que las muchas historias que en la Biblia nos hablan de la ira de Dios, han sido rodeadas de duda, o bien, han sido señaladas como mitología o leyenda. Pero, es igualmente sorprendente, cómo algunas comienzan a ser demostradas por los hombres de ciencia, como verdad.

Pensemos en las más notorias:

Israel en exilio (Jeremías 52). Dios no pudo tolerar más la idolatría de su pueblo y los caldeos lo llevaron a Babilonia.

El Faraón (Éxodo 11). Un mortal quiso jugar con Dios; le pedía a Moisés que intercediera por él, para después cambiar de opinión y negarse a obedecer.

Sodoma y Gomorra (Génesis 19). La conducta inmoral de estos pueblos llegó a su clímax, y Dios decretó su destrucción por fuego y azufre.

La torre de Babel (Génesis 11). Dios observó con qué facilidad un líder (Nimrod) podía hacer que toda la humanidad lo desafiara. Dios confundió sus lenguas y detuvo el proyecto.

El diluvio (Génesis 6,7). Dios vio la violencia del hombre, así como su trato con agentes diabólicos, y destruyó a todos, menos a un hombre justo que halló gracia ante sus ojos.

Esto nos enseña que la ira de Dios queda manifiesta contra toda:
Idolatría. Ídolo es todo objeto, persona o culto que excluye a Dios de tener, no sólo el lugar supremo en nuestra vida, sino el único. 

Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás (Mateo 4:10); y: Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas (Mateo 6:24). 

Desprecio. No se puede jugar con Dios, es decir, sólo buscarle cuando nos conviene y, con promesas y posturas falsas, buscar su ayuda.

No tentarás al Señor tu Dios (Mateo 4:7); y: Sírvele con corazón perfecto y con ánimo voluntario; porque… escudriña los corazones de todos, y entiende todo intento de los pensamientos (1 Crónicas 28:9). 

Al pueblo de Israel se le dijo:

   “Guardaos, no os olvidéis del pacto de Jehová vuestro Dios, que él estableció con vosotros, y no os hagáis escultura o imagen de ninguna cosa que Jehová tu Dios te ha prohibido. Porque Jehová tu Dios es fuego consumidor, Dios celoso”

(Deuteronomio 4:23,24).

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